Publicado: Jueves 24 de septiembre de 2015
El 19 de setiembre ya es una fecha histórica del toreo. Aquel día,Andrés Roca Rey se convirtió en matador de toros para mandar en la fiesta. Ese es su destino. Enrique Ponce le concedió la alternativa en presencia de Juan Bautista, en el marco excepcional del coliseo de Nimes, que con dos mil años de antigüedad elevó aún más la categoría de la ceremonia. La tarde no pudo ser mejor. Se cortaron ocho orejas y los tres matadores salieron a hombros. Una alternativa soñada para un muchacho de 18 años, con un fabuloso porvenir.
Roca Rey enfrentó el lote más complicado y sacó a relucir la madera de la que está hecho, sin importarle la herida y la férula protectora de su dañada muñeca por la cornada sufrida diez días antes en Toledo. Exhibió valor, técnica y cabeza fría en una tarde épica. Hizo lo que los grandes toreros deben hacer, en palabras del propio Roca Rey: “Torear bien a los buenos y sacarle faena a los malos”.
El toro de la alternativa fue “Pocosol” de la ganadería Victoriano del Rio, que tenía raza pero escasa fuerza. A pesar de la incomodidad del viento, Roca Rey estuvo firme y sereno, logrando buenos muletazos en una larga faena. Con una certera estocada consiguió la primera oreja que paseó al calor de una inmensa ovación.
El toro de la alternativa fue “Pocosol” de la ganadería Victoriano del Rio, que tenía raza pero escasa fuerza. A pesar de la incomodidad del viento, Roca Rey estuvo firme y sereno, logrando buenos muletazos en una larga faena. Con una certera estocada consiguió la primera oreja que paseó al calor de una inmensa ovación.
Sus alternantes no le dieron tregua. Ponce estuvo magistral y cortó tres orejas, afirmando una vez más que su toreo de dominio estético es lo más próximo a la perfección. Al primero lo lidió superando todos los defectos que tenía y, al segundo, a pesar de un desgarro muscular que le impedía torear con comodidad, le hizo una faena reposada con muletazos lentos, largos y templados. Bautista no se quedó de brazos cruzados y aprovechó hábilmente el mejor lote para cortar otras tres orejas. Aseguró su salida por la Puerta de los Cónsules junto al maestro valenciano y le puso la tarde cuesta arriba a Roca Rey, que necesariamente debía cortar orejas para acompañarlos a hombros.
Entonces la emoción de la competencia se adueñó de la tarde. Roca Rey recibió con largas cambiadas de rodillas al extraordinario sexto de Juan Pedro Domecq, poniendo al público de pie. Cuando se presagiaba una faena grandiosa, el toro se lastimó y fue reemplazado por uno de Victoriano del Rio que resultó incierto y peligroso en la muleta.
Roca Rey sacó la raza de torero para enfrentar con valor y decisión las embestidas del complicado sobrero que se vencía por el pitón izquierdo.Toreó en cercanías sometiendo a su adversario, que cuando pudo le propinó una fuerte voltereta que le reabrió la herida que tenía. Mató de una gran estocada y fue premiado con una oreja que le permitió pasear a hombros con sus alternantes, quienes lo invitaron a salir por la Puerta de los Cónsules, a lo que Andrés se negó por no cumplir el requisito de sumar tres orejas que se exige en Nimes, en gesto de honradez que lo distingue. Salió a hombros por la puerta de cuadrillas.
La prensa española elogió su actuación sin mesura y le dio una cobertura periodística que no se veía en mucho tiempo. Y no podía ser de otro modo. Es un torero largo que combina en perfecto equilibrio las cuotas de valor, ambición, inteligencia y arte que se requieren para mandar en la fiesta.
Tres días después de la triunfal alternativa, el 22 de septiembre, Roca Rey deslumbró nuevamente en Logroño. Superó nada menos que a Morante de la Puebla y a El Juli, cortando dos orejas, dejando la impresión que llevaba varias años de matador de toros y no tres días. Según las crónicas, exhibió sobrados conocimientos, poniendo el valor al servicio de la técnica y la estética. Al final del festejo Roca Rey dejó en claro cuál era su misión: “demostrar de matador que quiero pertenecer a esos que están arriba”.
Andrés se yergue como la próxima figura del toreo. Está destinado a la lista de los grandes toreros americanos como Rodolfo Gaona o los césares Girón y Rincón, que conquistaron los ruedos ibéricos.
Hoy vivimos en la era de Enrique Ponce, que es un torero de época como en su día lo fueron Joselito, Belmonte, Manolete u Ordoñez. La valla es muy alta y complicada, pero si los toros lo respetan, Roca Rey tiene todas las virtudes para ser el primero de una generación que se está gestando con diestros como López Simón, Manuel Escribano, Pepe Moral o José Garrido. Todos ellos son de categoría y renovarán el escalafón en los años siguientes, acompañados de los aún novilleros que están pisando fuerte como Gines Marín, Alvaro Lorenzo y también nuestro compatriota Joaquín Galdos.
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