3/2/14

No vino ...

Reflexiones luego que pasó la feria

por: Kike Rosales.

Si algo identifica a la capital del Táchira son las corridas de toros; 1835 es la fecha más o menos oficial que nos habla del inicio de la feria de San Sebastián; la del 2014 dejó un buen sabor en la boca y un reto que ojalá y lo entiendan quienes organizan esto (la empresa), sin dejar de lado que la influencia del gobernador fue de verdad importante; eso llevó a que se pudieran ver Torrestrella y Miura; ninguna plaza en América lo ha podido hacer; incluso algo anecdotico,la sustitución de un Miura por un torrestrella, sólo se vio en San Cristóbal; en otras plazas es prácticamente un imposible.

Las faenas de Castañeda y Vanegas son el tema en cualquier discusión taurina en la ciudad; dos estilos distintos y dos razones que coinciden: la de Castañeda, luchar para lo de la alternativa; la de Vanegas, querer cortarse la coleta por la decepción en el mundo del toro en Venezuela, para después colocar en la boca de los aficionados el tema de cuál estuvo mejor ante los torrestrella; la raza de ambos estuvo en esa plaza; y la torería la metieron en los tuétanos de todos. Fabio y César, los que muchos pensaron que eran una anécdota, terminaron siendo los que dejaron hablando, a todos, de toros.

Las dudas sobre la cuadrilla venezolana se despejaron ante la corrida de Miura; brega basada en el conocimiento y despliegue del profesionalismo ante una corrida difícil y defensiva (caracterisca de la ganadería) encontró capacidad en los subalternos venezolanos para superar la dureza de la ganadería histórica.

En la novillada, ante un encierro de Los Marañones que se comportó con nobleza, Cadavid y Valencia (quien cortó una oreja) dejaron un sabor de torería de futuro; lo otro, la presencia de Jesús Enrique Colombo quien obliga al verle andar por el ruedo a soltar la frase “tiene plaza”; está en un momento indiscutible y mostrando que la lidia la une con un gusto torero impecable, es uno que dentro de poco obligará al mundo del toro a hablar de él.

Las decepciones fueron varias; la primera, que la reventa se adueñó de las entradas para que muchos fueran víctimas de los “truhanes del sobreprecio”; las ganaderías Colombianas (El Capiro y Ernesto Gutiérrez) dejaron una deuda grande; la no presencia de los hierros nacionales por ser sustituidas por los vecinos, resultó más bien ofensiva, algo que aceptaron los de aquí guardando silencio; la Comisión Taurina hizo un vergonzoso “Festival” de pases de callejón, convirtiendo una zona exclusiva, en un festín del “jalabolismo”. San Cristóbal se metió el mundo del toro en un bolsillo, lo hizo con dos toreros tachirenses; fue tanto, que nadie se acordó que no vino Ponce…

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