El lloriqueo no tiene cabida
* La situación provocada por el veto de los toreros extranjeros a Mérida, le abre puertas a la inventiva y pudiera, si se atreviera Ricardo Ramírez, darle a los toros en Venezuela su carácter auténtico erradicándole el sentido exótico impreso en la dependencia española.
por: EL VITO
La Empresa Taurina Ramguertauro no está dispuesta a heredar un conflicto en el que no tiene arte, y mucho menos parte. Nos referimos al veto del os toreros surgido por el incumplimiento de contrato por parte de la Empresa Taurina Hermanos Rodríguez Jáuregui.
Incumplimiento este, que el empresario José Luis Rodríguez Jáuregui, en su condición de presidente de la empresa, atribuye al bloqueo de los dólares que Cadivi debió de haber abonado en las cuentas de los beneficiarios demandantes.
Visto desde un quinto piso esta situación, a la luz de la oscuridad del sótano en el que se encuentra nuestra economía, no es de incumbencia de la afición, la que como es costumbre será la que, una vez más pagará los platos rotos, que la Empresa Rodríguez J. haya contratado contando con la buena fe de un régimen malandro, de comprobada mala fe.
No imagino a usted, amable lector, yendo a la bodeguita de la esquina para decirle al bodeguero que por motivos inflacionarios, o a problemas cambiarios -como pretenden los Rodríguez Jàuregui- honrar la deuda que tiene por dos chorizos, medio kilo de tomates y un paquete de caraotas. Deuda que tiene con el bodeguero portugués desde hace ya más de un año. Los argentinos llaman a estas situaciones “un quilombo”, y los venezolanos, estos rollos no nos los creemos, y mucho menos los avalamos.
Ricardo Ramírez ha declarado que “La Feria del Sol, de todas todas irá, contra viento y marea.” Es decir, que el grupo de matadores de toros quienes en su intención mosquetera, es decir “Todos a una”, no han de enturbiarle el sueño a un pueblo, el de Mérida, que sostiene con sacrificios individuales, legítimas ilusiones y sueños permanentes el cuento de la Fiesta de los Toros que los propios taurinos pretenden convertir en pesadilla.
Respetamos los dineros exigidos por los matadores de toros David Fandila "El Fandi", Juan Jose Padilla, Manuel Jesús "El Cid", Iván Fandiño, Juan Bautista, Daniel Luque y Joselito Adame
Cada uno vale lo que cobra, si le dan lo que pida.
No lo discutimos; pero este cambote no deja de impresionarnos, porque luce igual a un tanque de guerra dispuesto a borrar a cañonazos de su trinchera a los aficionados que guardaban “bolivita a bolivita” en su alcancía el abono para la Feria del Sol 2014.
Se maltrata, como diría en argumento de Martínez de León el gran Oselito, “se asesina el lado sano de la Fiesta”
Insisto que les respetamos e estos toreros, algunos que usurpan el rango de Maestro, pero ninguno que pondríamos en la misma altura de aquellos que forjaron nuestra admiración. Nos referimos al respeto que por la afición tuvieron, por ejemplo, los hermanos Girón –César, Curro y Rafael -, que llenaron la Fiesta de generosidad; al extremo de actuar infinidad de oportunidades en la muy desmembrada España a favor de damnificados de las terribles calamidades. Como las inundaciones de El Turia , actuación de la terna venezolana que provocó la reacción xenófoba de un grupo de toreros españoles, originándose en los reglamentos el excluir de sus carteles toreros de la misma nacionalidad.
Generosas y ejemplares actuaciones de Carlos Arruza en Córdoba, en memoria de Manolete; como la de Manuel Capetillo en la misma arena de Los Califas. La histórica y generosa presencia de David Silveti en Maracay a raíz de la calamidad provocada por las inundaciones de El Limón en el estado Aragua, cuando le entregó todos sus honorarios en donación a los niños aragüeños.
Hoy este grupo de matadores extranjeros, grupo que reclama derechos legítimos, es una daga que cercena la yugular de una afición en un país que le ha dado todo a los toreros de fuera y que ahora vive terribles y desesperados momentos de opresión por una tiranía establecida por un régimen castro comunista. Venezuela, hasta que el chavismo tomara las riendas de la nación, vivió el toreo y acompañó en su grandeza a los grandes de la Fiesta. Hoy, con el país sumergido en la corrupción política, la tiranía militar y la invasión cubana, vive su pueblo una rebelión sometida por los tanques, las bayonetas y como ocurre en San Cristóbal hasta por aviones caza soviéticos. Todo esto se reúne en una palabra: “Crisis”; y de las crisis crecen los países.
Y Venezuela tiene cómo crecer, si Ricardo Ramírez y Juan José Guerrero, quienes nos consta no están dispuestos a sacar el pañuelo para secarse los mocos ni las lágrimas, le echan un par de huevos y ponen adelante la temporada con marcado tinte nacionalista.
Los toros, ya los tienen; y la mesa de la atracción viene servida desde San Cristóbal, donde surgió una rivalidad localista entre César Vanegas y Fabio Castañeda. Sin proponérselo, el grupo de Los Andes detuvo la hegemonía aragüeña, y ahí en ese mismo plato de variedades, está en de la muy atractiva rivalidad regional entre los toreros del Táchira y de Aragua.
Todo sería cuestión de imaginación, y en la Fiesta de los Toros los imaginativos han sido los grandes empresarios de la Fiesta. Los otros, los que sólo saben caminar siguiendo el camino marcado por otros, puede que coleccionan lochas, pero fortunas no harán.
Ayer fue un nieto de holandeses del que le cambió la cara a la Fiesta, don Livinio en Madrid. Antes, el catalán don Pedro Balañá, y después el vasco de Manolo Chopera. Todos ellos fueron innovadores.
En Caracas hubo varios que fundaron el toreo en nuestras arenas: Capriles Power, Carrasquero y Gregorio Quijano, que hicieron del Nuevo Circo, plaza atractiva, rentable e importante.
Entre los imaginativos de hoy, está Simón Casas, el reinventor de José Tomás. Revisemos sus memorias para inspirarnos.
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