Por: José Luis Jiménez
Este domingo 14 de marzo se escuchará el ronco sonido del clarín que anunciará el comienzo de la primera corrida de toros que se celebrará este año en la Maestranza de Maracay.
Harán el paseíllo los hispanos Serafín Marín y Manolo Escribano, junto al venezolano Leonardo de Maracay, para despachar astados de Juan Campolargo.
Por calles y avenidas de Maracay la vistosa cartelería cumple su llamado a la fiesta taurina, mientras los organizadores, con los nervios de punta, ajustan detalles para que todo salga bien.
¿Agotador? ¡Claro que sí! Especialmente porque el organismo que ampara a los toreros, para esta misma fecha dedica su atención en colocar obstáculos a la empresa con argumentos alejados de un sentido de orientación. Pareciera una pequeña guerra privada entre los toreros contra las empresas bajo la égida del secretario general del gremio, queriendo hacer sentir un poder que nunca le ha sido negado.
Olvida además, que la crisis económica y ambientalista ha llegado a tanto, que hasta los festejos populares del parque ferial de San Jacinto, este año se limitarán a tan solo cinco días.
Con todo este problema ¿Por qué la Asociación de Toreros siempre se empeña en colocar tantas trabas burocráticas a los festejos taurinos?
Así como nos resignamos al agobiante calor y al racionamiento de energía eléctrica, creemos que la situación no pasará más allá de los escarceos, creciendo como una infección que se expande, y al final se extingue.
La Feria no difiere tanto de la vida. La corridas de toros tampoco. De hecho es parte de nuestra vida. Por todo esto debemos seguir apostando que en medio de las negativas, sí habrá toros en Maracay.
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