Plaza Las Ventas: Morante en el momento de cortarse la coleta por su cuenta. Foto: Pablo Ramos
La tarde del pasado domingo 12/10 se tiñó de un profundo y melancólico azul para el mundo de la tauromaquia. El ruedo pierde a una figura central y magnética: José Antonio Morante de la Puebla, cuyo inesperado retiro marca un punto de inflexión y deja a la afición sumida en la nostalgia sobre el futuro inmediato de la Fiesta. En los tendidos, el eco de su partida resuena con una pregunta urgente y cargada de añoranza: “¿Qué será de Morante? ¿Y será que vuelve?” La pérdida es la de un baluarte, un artista de estampa personalísima cuya impronta lo elevó a la categoría de mito viviente.
El Vacío de una Esencia Artística
Morante no fue solo técnica y triunfos; fue la encarnación de una dimensión estética y emocional única. Considerado el ‘Genio de La Puebla’, su arte es una reinterpretación del clasicismo sevillano, caracterizado por el temple, la belleza de la improvisación y una hondura artística que lo señala como heredero directo de figuras históricas como Juan Belmonte y Curro Romero.
Su capacidad para recuperar suertes casi olvidadas, sumada a la impecable estética de su vestimenta, convertía cada actuación suya en un hecho artístico de inspiración arrebatadora.
Para la afición de hueso duro y la juventud que volvió a las plazas atraída por su locura, su ausencia no es simplemente la de un nombre en el cartel; es la pérdida de una esencia irremplazable. Creemos firmemente que su impacto será estudiado y, sobre todo, profundamente añorado.
El Torero de los 'Llenazos' y la Historia
Era el torero de los 'llenazos', el que protagonizaba dobles compromisos en Las Ventas con un rotundo "no hay billetes". Y qué decir, de su añorada Sevilla. Ese mismo hombre logró en 2023 una de las gestas más resonantes: cortar un rabo en su Maestranza, algo que no conseguía un torero a pie desde 1971.
Su presencia era un imán masivo, un factor clave para el resurgimiento del interés por la tauromaquia.
El Telón Cae con un Gesto de Leyenda
Su retirada inesperada en Madrid, improvisada tras una faena de dos orejas y sellada con una salida a hombros por la Puerta Grande, es el broche de oro más simbólico y emotivo que podía pedir su leyenda.
Ahora, mientras la afición se abraza a la nostalgia de lo que ya no será, los empresarios taurinos se enfrentan al reto de ver quién podrá llenar las plazas y quién tomará la batuta de este maestro.
Morante deja un vacío inmenso en este siglo para la Fiesta,y el mundo del toro comienza la búsqueda del próximo referente que pueda paliar, aunque sea parcialmente, esta sentida orfandad artística.
El telón ha caído. Y, como en las buenas obras, solo el tiempo dirá si la melancolía de su adiós será también el preludio de un inesperado regreso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario