3/8/09

De Las Vegas a Villaluenga del Rosario

No sé qué les pasa a los taurinos que llevan dentro el germen de la destrucción o, al menos, de la falta de respeto por lo suyo. Para probarlo, tenemos dos -no sé cómo calificarlos- actos que no nos van a hacer bien. Van desde la localidad norteamericana, tan grande como conocida, de Las Vegas al pequeño, y supongo feliz, pueblo gaditano de Villaluenga del Rosario. Van a ser dos representaciones dañinas para lo que es el espectáculo taurino, que deberían tener por demasiado serio y no tomárselo a coña. Y me temo que estamos ante dos mascaradas.

RICARDO DÍAZ-MANRESA

Lo light, lo simpático, lo esperpéntico no cabe. Hay que saber respetar un rito que significa mucho para tantos y que ha sido regado con la sangre y también con la muerte de bastantes toreros que cayeron en la plaza dando vida y defendiendo a un espectáculo tan impar como atractivo, único en el mundo. Pero los taurinos van de lo sublime a lo ridículo con demasiada frecuencia y así nos luce el pelo.

Lo de Las Vegas está siendo muy aireado y nos dieron un folleto en los prolegómenos de la corrida de José Tomás en Barcelona del 11 de julio. Don Bull Productions al aparato, cuyo contenido pueden encontrar en una página web del mismo nombre: donbullproductions.com

Pregonan “corridas sin sangre” que –según don Bull, el mal apodo de un señor mejicano llamado Pedro Haces Barba- es lo que se debería hacer en Barcelona para la continuidad del espectáculo y, en general, en todas partes, porque ahí está el futuro. O sea, un cocido sin garbanzos o una fabada sin alubias. Acaba de descubrir el Mediterráneo.

Y este sainete o charlotada –los matadores de toros se convierten en toreadores- lo van a protagonizar, por orden de actuación los días 14, 15, 27, 28, 29 y 30 de septiembre Zotoluco, Alejandro Amaya, El Cordobés hijo, Antonio Domecq, Rui Fernandes, Hernández Gárate, Ortega Cano, Enrique Ponce, Antonio Barrera, Javier Conde, Federico Pizarro, El Juli, Rivera Ordóñez, otra vez El Juli, El Fandi, Pedrito de Portugal, Enrique Ponce –que repite como El Juli- y Luis Bolívar. Se nos cae la cara de vergüenza que nombres tan sonoros y hasta ahora tan respetados se erijan en figuras del esperpento.

Y, por el otro lado, el de Villaluenga del Rosario, donde van a aparecer vestidos de luces para conmemorar el 40 aniversario de la alternativa de Ruiz Miguel no sabemos para torear qué, otros dos toreros históricos : Ortega Cano –que se mete en todos los fregaos- y Espartaco. Se imaginan lo que va a ser aquello. Si Ruiz Miguel tomó la alternativa en Barcelona el 27 de abril del 69 pues que vaya a Barcelona y organicen un festival de recuerdo y homenaje. O le organizamos un acto cultural por todo lo alto, pero –por favor- ¿a qué viene esto y en un pueblo? Otra memez y una falta de respeto al toreo de tres que tanto le deben al traje de luces. Ruiz Miguel, que tantas veces se la jugó con el gran toro, el llamado toro-toro, y venció, lleva dando muestras muy tristes en el canal de Andalucía alabando a toreros mediocres enfrentados muchas veces a toros sin fuerza o con defensas muy limitadas. Él, que se pasó los puñales por la barriga, tantas veces de victorinos, miuras y de todo lo más fiero.

Allá ellos. Van a hacer daño, más los de Las Vegas que los de aquí, pero daño palpable.

Lo que queda de este artículo lo va a escribir Antonio Burgos con una anécdota que contó en el Pregón de la Semana Santa de Sevilla del 9 de marzo del 2008 y que a mí me impresionó:

“Una suprema lección de este sentido de la fe según la religiosidad popular sin el que no se entiende la fiesta me la dio el maestro de capataces Rafael Francos Rojas en un curso que organizamos en la Casa de Pilatos para la Universidad Menéndez Pelayo como “Homenaje a la Semana Santa”. Reunimos en una Mesa Redonda a cuatro legendarios maestros del martillo: Rafael Franco, el Penitente, Rafael Ariza y Manolo Bejarano. Hablaron de los modos de andar los pasos, de escuelas y dinastías, de estilos de mandar y llamar. Y a mí se me ocurrió la niñatada de proponer a Rafael Franco que, como demostración, diera allí las voces de su llamada en las levantás. Muy serio, tan señor como cuando mandaba a su cuadrilla de Los Ratones, el difunto Rafael Franco me dio la mejor lección del imprescindible sentido religioso de la Semana Santa, cuando me dijo : -No, mire usted, hacer como que se llama a un paso, sin haber ninguno delante, sin llevar a ningún Cristo ni a ninguna Virgen, es un paripé, y la Semana Santa será lo que usted quiera, pero nunca es ningún paripé…”

Se me saltan las lágrimas otra vez como cada vez que la leo ante esta soberana lección de respeto. No he encontrado mejor historia para decirles a los de Las Vegas y Villaluenga del Rosario lo que es sentir algo y quererlo por encima de todas las cosas. La Semana Santa o los toros, dos de mis pasiones, con el mar, que es la tercera.

Y la corrida será lo que usted quiera pero tampoco nunca es un paripé.

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