Emilio de Justo nato triunfador toreando así. Foto: Federico Montes
Bochornosa y aberrante la decisión del jurado que dictaminó los triunfadores de la LVIII feria de San Sebastián en San Cristóbal. No imaginamos qué criterio pudo haber prevalecido para el exabrupto más grande cometido contra la afición y los toreros.
Realmente no sé en qué intentan favorecer a Jesús Enrique Colombo al ponerlo a compartir un trofeo ferial importante, bajo el desconocido calificativo en el mundo taurino de "empate técnico", una frase acuñada por realizadores de encuestas o que se aplica en el boxeo cuando el combate termina en empate.
Las dos faenas maestras, llenas de oficio, profesionalismo, conocimientos, temple y buen gusto torero de Emilio de Justo que fueron premiadas con tres orejas, no admiten comparación en ningún baremo imaginable con las tres orejas cortadas por el torero hijo de Táriba, donde no hubo faena estructurada, armónica ni enjundiosa, sino orejas cortadas por contundentes espadazos con clamor popular.
JE Colombo tiene un enorme potencial por ofrecer en el toreo; tiene juventud y ha demostrado valor y asimilación de la propuesta del éxito, actualmente muy apartada por cierto, de la que nos ofrecía con la alternativa fresca.
Y no creo que este premio de consolación engañoso, alimente a un torero como JEC que se le deben ir las noches pensando en regresar a Las Ventas y otras plazas españolas que ya conoce, porque por muy numérica temporada en América, la consolidación del joven torero nuestro sigue estando en Europa y le debe llegar para satisfacción de la afición taurina venezolana que sigue en la búsqueda de un torero para llenar las plazas.
En el cuestionado premio, tampoco se entiende como desconocen la labor de capa o brega de Gerson Guerrero, Eduardo Graterol o José Linares, para otorgárselo a Salvador Moreno, quien no bregó, pero sí se ganó con méritos el del par de banderillas, inobjetablemente.
Finalmente para cerrar y olvidar este desagradable capítulo de la feria de San Sebastián 2023. Añadiría que no es fácil encontrar el equilibrio en una fiesta que se mueve por el impulso de las pasiones, pero en esta oportunidad, lamentablemente, la pasión se desbordó y tomó las riberas del río Torbes. Muy malo eso.
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