Colombo, rodilla en
tierra, así empezó su oficio con variado repertorio en Lima. (Fotos cortesía/Prensa JE Colombo)
Tercera de abono ante el
Señor de los Milagros.
** Eso de pinchar un
toro le sucede a la figura más pintada de hoy día entre Europa o América, y
sino recordemos la séptima tarde a puertas grande que perdió Miguel Ángel
Perera en Madrid o el mismo maestro Ponce en reiteradas ocasiones a lo largo de
sus dilatadas carreras.
Por. Eduardo Ravell.
Diario Pico Bolívar - Mérida Venezuela
Memorable ha sido la
tarde-noche del domingo 17 de noviembre ante el milagros Señor de los Milagros
en la bicentenaria plaza de Acho en la capital peruana que cuenta con unas 14
localidades cómodamente instaladas: no obstante, para la cita dominical del 17N
hubo más de media plaza para la llamada corrida de las naciones, encuentro
iberoamericano con diestros de cinco países natos entre la tauromaquia.
Expectativas a granel
por cuanto es más que obvio pensar lo que significa llegar a una magna cita
donde sólo lidiará un toro y a las cartas sortarias del sorteo habitual, ahí
vamos: Por orden de antigüedad ha sido el joven diestro venezolano JE Colombo
al que le ha tocado sortear de último y precisamente ese último tapón resultó
ser el toro de la tarde, toro de estampada presencia y con recorrido, fue el
toro bonito de la tarde limeña al que le dibujó el toreo a placer por ambos
pitones y en todos los terrenos, a expensas de que en el último tercio vino la
“mala“ espada.
Si usted amigo lector saca las cuentas entre
la veintena de actuaciones del torero venezolano entre su corta campaña entre
Francia, España y América termina por convencerse de que es una mínima ocasión
en las que el diestro tachirense ha podido pinchar un toro; pues su condición
de suerte suprema lo viene asomando como uno de esos toreros con un matiz clase
aparte en el ojo de las agujas, muy rara vez se oye decir entre Europa y
América que a JE Colombo se le tocan los avisos por sus pinchazos; Colombo
cuenta con un 95% de posibilidades de acertar al primer espadazo e
independientemente según haya sido el comportamiento del toro viene entonces su
segunda de lidia donde el diestro apuesta por uvas y logra sus trofeos.
Espeluznantes
bernardinas con las que cerró su heroica entrega antes de perderlo todo en el
acero.
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En Lima ha sido, en mi opinión, otra lectura
al escenario donde el joven torero vio a sus colegas sortear los malos momentos
de un lote deslucido, sin juego y sin opciones de ningún apremio. Jesús Enrique
llegó lo suficientemente preparado a Lima, donde se presentaba por segunda ocasión desde
que tomó la alternativa en el 2017.
Vaya preparación, primero en llegar al
aeropuerto limeño y último en sortear la tarde gris que Colombo le hizo
regresar en alegrías y levantar oles y soleras de los asientos al soberano.
Torear a placer, a gusto, con oficio y variedad, inteligencia donde se plantó
con el toro más codiciado por cualquier torero, el marcado con el número 35 fue
ese toro con motor, que humilló en la
muleta y que tanto con el capote como en banderillas dejó plasmada su condición
de buen toro para la lidia y que obviamente cayó en buenas manos de un joven
que sabe lidiar psicológicamente los toros desde que salen por toriles; con la
excepción de que en esta ocasión era una sola cruz y una sola cara al aire y
ahí se le cruzó el acero y todo se quedó en una tarde para el recuerdo.
Fue eso, el eclipse
de haber lidiado un solo toro, o todo o nada, y estas corridas solo se
presentan una en un solo almanaque. Y al final de cuentas en cuanto valoramos esa vuelta al ruedo de la promesa
sudamericana JE Colombo.
Pues que cada quién
saque sus propias conclusiones, el muchacho cumplió a granel y queda por verse
lo que venga para el 2020.
“El toreo es un doble ejercicio físico,
metafísico de integración espiritual en el que se valora el significado de lo
humano heroicamente o puramente en cuerpo y alma aparentemente inmortal“. José Bergamín, escritor, literario nacido en
Madrid.
B-F.R
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