21/11/19

Las Escuelas Taurinas de Venezuela

Escuela de Tauromaquia de Sevilla, creada por Fernando VII en 1830. Imagen: Gelán Noticias

por: Eduardo Soto Alvarez

La primera institución oficial para la formación de toreros, fue la Escuela de Tauromaquia de Sevilla, creada por Fernando VII en 1830; pero hubo problemas con su directiva y con las fuentes de financiamiento, por lo que apenas duró cuatro años.

Las dificultades con que se tropezó en Sevilla, parecen haber marcado la suerte de las instituciones de este tipo, pues han llegado hasta las escuelas taurinas de nuestros días y no se han salvado ni las únicas tres que aún subsisten en Venezuela, ubicadas en su región andina.

La de San Cristóbal, en el estado Táchira, es la que ha surcado por aguas menos procelosas, aunque su avezado timonel ha tenido que sortear uno que otro temporal.

La de Tovar es un cascarón que apenas flota, pero con un jactancioso apelativo. Por ahora, no tiene ni siquiera instructores y bien pudiera dedicarse, mientras tanto, a sembrar la simiente de la afición, para contribuir a preservar la larga tradición taurina del terruño.

La de Mérida, está inmersa en una borrasca institucional que la tiene casi paralizada y se ha transformado en una escuela macrocéfala: los directivos e instructores, superan el número de alumnos; corregir esta anomalía sería ya señal de progreso.

Las Escuelas Taurinas de nuestro Estado Mérida, no dependen del Complejo Recreacional de Mérida que, sin embargo, les arrima el hombro para evitar su naufragio definitivo, pues, a pesar de todo, conforman el grueso de las instituciones de docencia taurina del país.

No obstante, sería preferible encontrar fórmulas para inmunizar nuestras Escuelas contra los avatares de la política, los altibajos de sensatez taurina que pueden afectar los entes públicos y las embestidas que puedan surgir del propio seno de la afición. En este sentido, es de recordar lo que se hizo años atrás con una importante y útil publicación taurina de Mérida, que ahora adolece (como todas) de falta de recursos, pero no se ha desdibujado su clara orientación.

Hay mucho por hacer, incluso la exploración cabal y el sistemático aprovechamiento institucional de las oportunidades de cooperación disponibles en el exterior, donde existe ahora hasta una red internacional de escuelas taurinas.

Este lamentable cuadro que ofrece la sedicente academia tovareña y la escuela de Mérida, se inserta en la crisis nacional. La escasez de festejos, la impulsión a prodigar premios a granel en los restantes y la tendencia automática al elogio por su mera celebración, con reses que no siempre calzan la definición de toros, se concatenan – a pesar de las buenas intenciones - para deteriorar más la situación con la creciente aparición de un malsano conformismo triunfalista.

Estos tiempos de vacas flacas, pudieran aprovecharse para ampliar y apuntalar nuestra afición, a pesar de que en la actual realidad taurina del país haya pocas luces y muchas sombras; pero no podemos acostumbrarnos a estar en la penumbra, ni en las calles, ni en los ruedos.

Nada escapa a la infortunada coyuntura y todos conocemos tanto la raíz del problema como su solución. Lo que necesitamos, es lo que siempre les ha sobrado a los toreros, para reafirmar nuestra histórica condición de bravo pueblo, nuestra democracia y nuestra Fiesta Brava.

Eduardo Soto Alvarez.

19/11/2019.

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