Los españoles en su salida a hombros; Escribano (izq) y Picazo (der). Foto: J. Cepeda
por: Jorge Cepeda
Este sábado 4 de mayo, se realizó la primera corrida reprogramada de la feria de San José de Maracay en la Maestranza César Girón, donde se lidió un encierro de la ganadería yaracuyana de Juan Campolargo; los tres primeros toros fueron de variado pelaje y se prestaron para el lucimiento de los tres alternantes; tanto el venezolano José Cariel “El Amarillo”, que estuvo bien en su primero pero pincho y perdió un triunfo ante un buen toro y en su segundo por su labor se le dieron leves palmas; Manuel Escribano (dos orejas y palmas) y Gabriel Picazo (dos orejas y palmas). Hubo algo más de media entrada en los tendidos, tarde fresca, donde los toreros españoles salieron por la puerta grande.
El venezolano: José Cariel
Con su primero estuvo muy centrado ante un buen toro que le permitió estar realmente bien; astado que repetía y le permitió hacer una buena labor, tanto con capa y con muleta, fue una pena que no estuvo acertado con la espada y perdió de salir por la puerta grande. Con su segundo fue un toro de corto recorrido al que poco le pudo realizar.
Manuel Escribano
Con su primero estuvo entregado, un astado que le dejó dar buenas tandas por la derecha para oír la música; antes, se había lucido con los rehiletes exponiendo en un par al salir de tablas. Su faena fue bien lograda y le dejó trazar buenos muletazos, de gusto y largo de mucho mando; ejecutó un espadazo entero, una chispa trasero, pero que fue suficiente para que le dieran dos orejas. Con el quinto fue un toro que tuvo poco recorrido se quedaba corto por lo que su labor fue muy breve, aunque trató de agradar al respetable.
Gabriel Picazo
El triunfador en esta plaza, estuvo también muy centrado y a gusto en el primero, el tercero de la corrida, un toro ensabanado de bonita estampa que le permitió estar realmente bien; el de Campolargo se arrancaba de lejos; y con buen son fue a la muleta del español; con tres cuarto de espada lo despachó para recibir dos orejas; con el último, tampoco logró mayor lucimiento solo voluntad y deseos de agradar.
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