28/3/11

Tres orejas para Escribano lo convirtieron en triunfador

Manolo Escribano estuvo valentísimo cubriendo el tercio de banderillas. Foto: Edgar Manama.

* Finalizó Feria de San José 2011

Maracay, informa: José Luis Jiménez

Excelente entrada en la jornada del cierre de la Feria de San José de Maracay. Se
han lidiado otra vez, toros de Campolargo; de irreprochable presencia, justos de peso, con el añadido de necesitar lidiadores, antes que pega pases.

La terna integrada por los españoles Pepe Luis Gallego y Manolo Escribano, así como el local Leonardo de Maracay, exhibieron su tauromaquia particular, que en definitiva, dividió las opiniones de los asistentes entre olés, rechazo y sentimentalismo.

Abrió plaza el salmantino Pepe Luis Gallego con saludo capotero de buen ver a “Parrandero” con 430 kilos. Este primer toro necesitaba de mayor castigo en varas; evidenciando mucha codicia y sin dejar respiro en labor muleteril con la zurda; no obstante, Gallego supo descifrar, a ratos, esta condición para arrancar los aplausos que tardíamente llegaron desde el tendido, así como el acompañamiento musical. Hubo momentos donde el toro le rebasó por lo antes descrito, emborronando lo que pudo ser un triunfo necesario al no acertar con el estoque y necesitar del descabello cuando sonaba un aviso. Hubo aplausos para el toro en el arrastre y también para el torero.

Con el segundo de su lote, de nombre “Atrevido”, al no tener material idóneo para lucirse no pudo remontar la cuesta Pepe Luis Gallego. Algunos detalles que se agradecieron para palmas aisladas.

Como director de lidia y torero más antiguo, hubo de lidiar al sexto ejemplar en sustitución de Leonardo García quien se retiró a la enfermería por problemas de salud. Es necesario reiterar que ha sido Gallego quien lidió este toro y no Escribano, como erróneamente han escrito los cronistas que no asistieron a la corrida.

“Cocorote” con 445 kilos, el más pesado del encierro de Campolargo, fue muy complicado, incierto en las embestidas y lanzando muchos derrotes. Para este compromiso, el diestro español estuvo muy profesional, sudando la gota gorda y librándose de la cornada al ser zarandeado feamente por el astado que se ensañó con el bulto en par de ocasiones, lo que generó un sentimiento colectivo en los presentes, animándole con prolongada ovación cuando regresaba a retomar la lidia. Justo es decirlo que Gallego en ningún momento volteó a mirarse el traje, pero mermado de facultades, resultaba exagerado esperar más de él. El palco presidencial le sonó un aviso, mientras que el público le despidió con aplausos de respeto a su actuación llena de peligro.

Manolo Escribano volvió a meterse al público en el bolsillo, aureolado por las mieles del triunfo de otras ferias josefinas en una plaza que se le entrega sin reservas. Ha estado bien con la capa, valentísimo cubriendo el tercio de banderillas y con buena estrella en el sorteo. El acompañamiento musical fue constante en sus dos intervenciones. El primero de su lote, que llevó por nombre “Yurubí”, fue probón; pero se dejó en la muleta. Le cortó una benevolente oreja luego de un pinchazo y estocada con derrame.

Con el quinto, de nombre “Sorte II”, con 440 kilos, estuvo sensacional con las banderillas. Inició labor de hinojos para poner la plaza boca abajo. Este toro le rebasó; y eso hay que decirlo, estuvo por encima del torero, quien se limitó a pegar pases sin tecnicismo. La música explotó en su honor cuando sufrió un achuchón al no colocarse en justo lugar. Liquidó de certero espadazo y como “en el mundo de los ciegos el tuerto es el Rey”, la presidencia no aguantó la presión para premiarlo con dos exageradas orejas y colocarlo a competir de tú a tú con las excelentes faenas de César Girón, para resultar triunfador de la feria en trono compartido. De todo hay en la Ciudad Jardín.

Poco qué decir del cagüeño Leonardo García. Ha sido esta su peor actuación. Se ha llevado los trofeos de la incapacidad torera. Sencillamente, nos ha defraudado y esto es imperdonable para un joven que tiene casi veinte años transitando en todos los escalafones del mundo del toreo. No pudo, no quiso, y para colmo se ha “pegado una espantá” como los gitanos de antaño, retirándose a la enfermería al presentar un cuadro de deshidratación severa, luego de tratar de enfrentar a “Coralito” en medio de la protesta generalizada. Llegó el momento de la reflexión en cuanto a su futuro en esta difícil profesión, que no admite mimos y espera por el toro soñado.

INCIDENCIAS:

*Sobresalió con las banderillas –una vez más-, el subalterno Luis Camacho “El Morocho”.

*Una veintena de individuos adoradores de los animalitos y enemigos de la Fiesta, se apostaron en la avenida 19 de abril para seguir protestando sin razones para creerles.

*Los trofeos se entregaron de manera insólita, porque si a la justicia vamos, el auténtico triunfador de la feria es César Girón, con su pulcra actuación en la primera corrida que estuvo por encima de todos los límites.

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