El nieto de nuestro César Girón en su tanda por la derecha. Foto: G. Castillo
Real Maestranza César Girón; Puerta Grande a los tres cuartos de plaza de buenos aficionados.
José Nelo “Morenito de Maracay”: todo en Maestro, Tercio de Banderillas de entrega y valor; Una Oreja de enjundia.
César Vargas Girón: Tanda por la derecha de gustarse y torear despacio; Dos Orejas y Una Oreja con salida en volandas.
José Alberto: enmendándose en demasía, le arropó la desazón y desgano. Una Oreja de la Parroquia.
Por: Juan Mariano Monasterios Bernal.
Maracay, Domingo 20 de marzo del 2011.
Tarde de sol intenso, en la calurosa "Ciudad Jardín de Venezuela", en su peculiar y seductora belleza, engalanada en su desfile de feria en Honor de su Patrono: San José, y dando comienzo a las cuatro en punto de la tarde, detalle a resaltar.
Despeje de plaza por la belleza aragüeña representada en su hermosa reina y su corte. Se da inicio al paseíllo de ilusiones, en el coso de Calicanto; se corrieron seis ejemplares del hierro de Campolargo, del ganadero Don Juan Campolargo: Bravos para los caballos, bien presentados, de capa variada y de juego diferente. Tardos en las embestidas. El primero, de cuidado en los quehaceres; destacaron el segundo y sexto por el pitón derecho; el quinto, el mejor de la tarde; el tercero que no se le vio, gracias al torero que no lo quiso ver; cuarto, quedó crudo en la vara, y desarrolló sentido. Todo en un marco maravilloso de público, que en más de tres cuartos de plaza, hicieron manifestar palabras de emoción, de los maracayeros al ver La Real Maestranza César Girón, con ese colorido y entusiasmo de los aficionados en los tendidos. Enhorabuena...! Ha vuelto el soberano a la Plaza de Calicanto.
El Maestro José Nelo “Morenito de Maracay” ha estado en torero desde el paseíllo, y con la disposición de un jabato por agradar; ataviado a un precioso verde agua y oro, recibe al primero de la tarde; de nombre Campanero, negro zaino de capa, ligeramente meano, cornidelantero, ligeramente visco del pitón izquierdo; herrado a fuego con el número 839, de 469 kilos de peso; lo lanceó con verónicas de manos bajas, y tersura en el trazo; media torerísima; suerte de vara de Gregorio Prieto; y tercio de banderillas del Maestro, de entrega y habilidad, mostrando facultades y soltura; sonrisa de satisfacción del torero; par al quiebro dándole los adentros, en comprometidísima colocación; sale apurado, pero con habilidad; gran ovación. Toma la muleta y no brinda, a sabiendas de las dificultades del ejemplar; torea suave por alto, tandas por el pitón derecho a media altura con temple y largura; repite la tanda y la música ya le ameniza su faena de lidiador, intenta por naturales y no tiene un pase; molinetes y derechazos; se va por la toledana y tres cuartos son suficientes, para que se le conceda una oreja de enjundia.
En el segundo, de nombre Querendón, las cosas se complicaron al máximo; negro meano asilado y gargantillo, de 432 kilos de peso, herrado a fuego con el número 853, el cual no se dejó querer por el Maestro; faena de capa de trámite, suerte de varas donde queda crudo el ejemplar; faena con la pañosa de entrega a montón, hasta inclusive jugarse la segura voltereta, al quedarse por debajo, y buscar las zapatillas del Maestro; rabieta torera fajándose en pases de rodillas; rubrica con el de pecho, en sonora emoción de los tendidos, pasaporta con dificultades al recibir golpe en su mano derecha, y recibe, decorosamente, palmas del tendido bajo de sombra.
Cesar Vargas Girón: Torero sevillano, pero con sangre venezolana en sus venas, gracias a su abuelo el Gran César; ceñido en un bello traje vainilla y plata, instrumenta faena de capote en verónicas a pies juntos, de manos bajas y temple en su largura. Al toro Victorioso, de capa jabonero con destellos de albahío, herrado a fuego con el número 834, de 430 kilos de peso, cornidelantero bien armado, que aprieta por el pitón izquierdo; suerte de vara de bravo por el de Campolargo; quite de chicuelinas, tafalleras y revolera de justa ovación por el soberano. Faena con la pañosa de entrega total del español, con tandas por la derecha, de temple, aderezada en la largura hasta conseguir en la tercera la pasmosa lentitud en su trazo, en circulares de ensueño y gustándose un montón, al torear muy despacio, en eternos derechazos; faena derechista ante el nulo pitón izquierdo; se va por la toledana, la dosifica hasta la cinta, y se le premia con dos merecidas orejas.
Limonero, el segundo de su lote, de 435 kilos de peso, herrado a fuego con el número 84, de capa negro zaino cerrado, cornidelantero, astifino, bonito de hechuras; verónicas de abrir el compas y relajarse en la figura; lances templados y de manos bajas, acompasadas a la embestida de Limonero; faena de sapiencia en los terrenos y distancias; instrumenta tandas por derechazos, templados y de pinceladas de extraordinaria belleza; intenta con ayudados por el pitón izquierdo, sin lucimiento; vuelve a la derecha donde se recrea, en la largura al torear con mando, en circulares que vacía los pases detrás de la cintura; en la suerte suprema, dosifica tres cuartos, y Don Luis Castellanos le concede una oreja, que le ratifica el salir en volandas de la Real Maestranza César Girón. Y titularse como el máximo triunfador de la tarde.
José Alberto, el torero aragüeño, trajeado en un hermoso azul marino y oro, recibe a Tejero: negro listón de capa, cornidelantero y corto, con 440 kilos de peso, donde el joven coleta se muestra sin ganas de ver a Tejero, que está herrado a fuego con el número 856; se enmienda en los embroques, al no quedarse quieto, persiste en salirse de la suerte lo cual desluce en demasía, causando estupor en los tendidos, hasta el grado de pitar con fuerza a su coterráneo; abrevia ante su marcada desazón; pincha en reiteradas oportunidades, y se retira bajo agravios y sonoros pitos.
El último de la tarde plantea la encrucijada, sin atajos posibles al aragüeño José Alberto, al tener que apostar fuerte ante sus paisanos. El toro de nombre Siempre Listo, herrado a fuego con el número 873, de capa castaño en negro, cornidelantero astifino, con 461 kilos de peso, donde el de Cagua le instrumenta dos verónicas de temple encadenadas a dos chicuelinas ceñidísimas, rematando con revolera que causa ilusión en los tendidos; buen comienzo del joven torero; con la tela roja realiza faena de entrega y de justificación, borrando la impresión dejada en el primero; a pesar de ser una faena con demasiados toques de los pitones en la flámula, se le abona su decisión de agradar y las mezquinas formas de manifestar ganas de ser alguien en el toro. Se le concede una oreja de la parroquia.
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