Valencia: CUATRO OREJAS DE PUNDONOR

Sebastián Castella tuvo una gran tarde al reaparecer en el embudo valenciano con faena inolvidable. Foto: Gladys Castillo - En la tercera corrida del Socorro: sábado 14-11-09, el arte por encima de la mansedumbre Jesús Ramírez “El Tato” – Diario El Aragüeño Los toros de las ganaderías “Rancho Grande” y “El Prado” lidiados el sábado en la monumental de Valencia, no fueron los mejores que han salido de las dehesas andinas. Presentaron complicaciones, genio, algunos pocas fuerzas y uno solo con bravura clara que abrió plaza, pero en la arena habían dos toreros españoles con disposición y entrega que lograron someter en sus muletas las bruscas embestidas hasta abrazar el triunfo. El caraqueño Leonardo Benítez que repetía en la feria pareciera no atravesar su mejor momento profesional. Desacertado en banderillas y faenas de muleta sin coherencia, dejando ir con muchos muletazos al bravo burraco que abrió la tarde calurosa valenciana. Lo mejor fueron algunos derechazos que hicieron sonar la música. Cortó una oreja y en el otro fue silenciado. Sebastián Castella ratificó este sábado por qué ha sido declarado triunfador en la plaza de Las Ventas. Su primer oponente fue un toro suelto, mansote con el cual no perdió tiempo, pero el otro fue un bonito jabonero, mansote que terminó entregado a la muleta del torero galo que supo dominarlo e imponerse, aunque al final el de “Rancho Grande” terminó rajado. Hubo cadencia en los muletazos con temple y mucho dominio. Pases de pecho, desplantes, molinetes en faena firme, serena y de mucha cabeza. Lo despachó de gran estocada y los tendidos se cubrieron de albos pañuelos para recibir con justicia las dos orejas. Inconcebible que la autoridad ordenara la vuelta al ruedo a este manso sin clase. Los asistentes pitaron al toro cuando lo arrastraban y a la comisión taurina por ignorante en esta decisión. José María Manzanares trajo a la monumental la clase y prestancia de su padre, además el valor y la inteligencia para poner a embestir a otro manso y suelto toro de “El Prado” que embestía con violencia a la pañosa del alicantino que supo dominarlo en muletazos cadenciosos rebosantes de temple y arte. Faena de altos quilates con derechazos bordados y el de pecho largo, para rematar de estoconazo y recibir las dos orejas mayoritariamente solicitadas. Ni Manzanares ni Castella quisieron salir a hombros de la plaza, destacando el detalle de la afición valenciana, de prácticamente hacer devolver al francés cuando abandonaba la plaza con el capote de paseo en el antebrazo, tributándole una gran ovación para recordar.