La Fiesta Brava, como arte y cultura que es, quiéranlo o no algunos por ahí, sigue latente en la idiosincrasia de nuestros pueblos.
Por lo que vale recordar que, en ella, no hay espacio para el fanatismo, populismo, poliquetería, como la quieren contaminar unos cuántos mediocres, que se la echan de taurinos, duela a quien le duela, cáigale a quien le caiga, “al que le caiga el guante que se lo plante”.
Se viven momentos por demás difíciles, intranquilos, convulsionados, en este país del continente americano, generados por la cruel intransigencia e insensatez de opositores y seguidores del gobierno de turno, toda una anarquía, mala vibra, que indudablemente afecta nuestra Fiesta Brava Venezolana, que navega en aguas turbulentas, en un sube y baja inconsistente, realidad palpable.
Se siente, esa mala vibra taurina, en estos tiempos de Dios, en un ambiente contaminado de falsos, figurones, pantalleros, faltos de identidad y personalidad, chismosos, hala chaqueta, seudos taurinos, de los que hay que estar atentos, que son como el perro manso, que un descuido pegan la dentellada, recordando a un viejo aficionado amigo, hoy en el Reino Celestial, que siempre replicaba: "paisano en los toros hay mucha basura y desperdicios, que tenemos que barrer, con una buena escoba de bruja"; vaya razón que tuvo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario