3/6/24

Cuando lo extraordinario se convierte en norma

El lance a portagayola: Como si cualquiera pudiera caminar ese paseíllo a la gloria o la tragedia. Foto: Alvaro Marcos- las-ventas.com


por:  Víctor Ramírez “Vitico”

La percepción del público taurino y su reacción ante ciertos momentos en el ruedo ha ido cambiando de forma notable a lo largo de los últimos años, quizás por los altísimos niveles de perfección que han alcanzado los toreros. En concreto hay una suerte que tiene un mérito extraordinario pero que de tanto hacerse ha ido perdiendo esa capacidad de asombro y sorpresa, tan necesarias para prender la mecha con el espectador. 

La larga cambiada a portagayola se observa en la mayoría de las veces con una frialdad pasmosa y se aplaude con educada corrección, como si fuese tan fácil emprender ese camino al portón del miedo. Por citar un ejemplo en Sevilla por la anchura de la puerta es especialmente difícil ya que los toros suelen abrirse a cualquier lado. “Paquirri” la hacía mucho, sufriendo percances y un toro de Torrestrella le zarandeó violentamente en una feria de Abril y reconoció el maestro que le quitó el sitio, la vida la iban perdiendo en este trance Pepe Luis Vargas, Franco Cardeño ambos en Sevilla donde otro toro le dejó una marca en la sien a “Espartaco” y David Mora casi pasa a engrosar la negra lista de víctimas de la fiesta en Las Ventas. 

Sirva este preámbulo para comprender la dificultad de la suerte que irónicamente se olvida si luego no cuajas al toro. Apenas salido del toril, deslumbrado y con toda la fuerza, el toro puede en el mejor de los casos arrollar al diestro. Con la presencia de la televisión prácticamente en toda la temporada podemos observar cómo una y otra vez los toreros abren su actuación con esta suerte. 

Lance a portagayola de Manuel Escribano en Valdemorillo. Foto: gahirupe.com

Entre otros, este año 2024 se han ido a la puerta de chiqueros: 

Rafael de Julia en Brea de Tajo, Morenito de Aranda que fue dramáticamente volteado en Villaseca de la Sagra, 

Damián Castaño lo hizo en Villaseca de la Sagra y San Agustín de Guadalix, 

Román en Valencia, 

Alejandro Fermín, Cristian Pérez ambos en Cercedilla, 

Gómez del Pilar en Toledo, 

Esaú Fernández en San Clemente y Sevilla, 

Manuel Escribano heroico pues lo hizo en sus cuatro toros en Sevilla sufriendo un percance tremendo el primer día, 

Tomás Rufo y El Fandi los dos en Sevilla, 

Miguel Ángel Pacheco en San Martín de Valdeiglesias, 

El Rafi en Nimes y 

Juan Leal en San Isidro. 


Los novilleros no se quedan atrás, el aspirante Jesús Yglesias en Vista Alegre; Marco Pérez en dos novillos en Olivenza y otra en Arles; Alejandro Peñaranda en Fallas así como El Niño de las Monjas, Tristán Barroso; Jesús Moreno que sufrió una tremenda cornada en Madrid, Daniel Medina en Valladolid y solo es un apunte ya que deben haber muchas que pasan desapercibidas. 

No pretenden estas líneas ni mucho menos dictar el manual a los que se ponen delante del toro, pero sí es cierto que la magia del toreo es lo impredecible; aquello que no se sabe que pueda ocurrir y si todos los días lo extraordinario se hace una y otra vez, se convierte en norma o rutinario, como si cualquiera pudiera caminar ese paseíllo a la gloria o la tragedia.

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