El primer torero de alternativa, africano de epidermis negra, en la historia de la tauromaquia: Ricardo Paulo Chibanga. Foto: blog torerosdelmundo
por: Eduardo Soto
En la historia de la Fiesta Brava, poco se ha escrito sobre la participación de toreros africanos y, a veces, hasta se olvida que el continente tuvo veinte colonias, de los tres países europeos, en donde se practicaba regularmente la tauromaquia. Sin embargo, la cosecha de diestros es más bien magra y, curiosamente, el primero que puso el nombre de África a rodar en el orbe taurino, fue un sevillano.
En efecto, Manuel Bellón, nacido en Sevilla, en 1700, conocido en los ruedos con el remoquete de El Africano, había sido condenado a presidio por asuntos de faldas, sirvió su sentencia en Ceuta, pero luego se quedó en el Norte de África, donde solía sortear toros. Regresó a España e inventó, según muchos, la muleta de torear, que usó por primera vez en Algeciras, seguidamente lo hizo en su tierra natal, tras lo cual el inventó se propagó por toda Andalucía. Le sonrieron fama y fortuna y toreó hasta la avanzada edad de 63 años.
Hacia finales del siglo XIX, nació en las Islas Chafarinas, jurisdicción de Melilla, José Morales, Ostioncito, que al contrario de Bellón, sí era oriundo de África, pero lo consideraban torero madrileño. Debutó en Villacañas, Toledo, cuando a los quince años, mató un toro utilizando el estoque del bastón de un espectador. En esa época, Vicente Pastor le escondió el capote, para que simulara ser simple espectador, al ser sorprendido por su padre en una capea de Valdemoro. Tomó Alternativa en Miranda de Ebro en 1911, de manos de Cocherito de Bilbao y confirmó en Madrid, cuando le cedió un Murube, Rafael El Gallo.
Entre los toreros nativos de África, se recuerda a los angoleños Tino Lopes y José Luis Goncalvez; a César González, nacido en Marruecos, a quien Eloy Cavazos otorgó el grado en Estella, en 1975; a Paquito Leal, francés de Argelia, que recibió la borla de Dámaso González en Arles en 1987, con Tomás Campuzano de testigo; y el también argelino, pero nacido el siglo anterior, Francisco Ferrer Pastoret, torero galo, doctorado por el Papa Negro, en la Plaza de Vista Alegre, en 1917.
Pero el primer torero de alternativa, africano de epidermis negra, en la historia de la tauromaquia, fue Ricardo Paulo Chibanga, nacido en Mozambique, en 1947, a quien Antonio Bienvenida le cedió los trastos en Sevilla, en 1971. Recorrió, con buen pie, cosos como los de Barcelona y San Sebastián, luego volvió a la Maestranza y alternó con Curro Romero, sin deslucir, aparte de la novedad que significaba ver a un torero de Ébano en traje de luces. Probó, sin mucha suerte, la América (México y Colombia) y hasta 1973, no pudo realizar su sueño de presentarse en una corrida en Maputo, capital de su país natal, lo que constituyó todo un acontecimiento. Se retiró al año siguiente y la última información disponible, indica que todavía organiza festejos en pueblos de provincia en Portugal, pues tiene dos plazas portátiles.
Eduardo Soto
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