La generación de relevo taurino parece ser que no importa, y más triste es el silencio de gremios como la Asociación Nacional de Toreros. Oleo: Torero en azul de Marlyn Anderson - fineartamerica.com
por: Víctor Ramírez “Vitico”
La temporada taurina 2016 que está llegando a su fin, nos deja muchas lecciones; aunque por lo visto no se terminan de aprender. Tras un año marcado por pocos festejos (puede ser la campaña más pobre de todas) las noticias que vienen para 2017 no son nada alentadoras para algunas ferias. Preocupa, y mucho, ver el giro que está dando el toreo en nuestro país. La triste realidad es que vamos a una crisis de proporciones gigantescas.
El anuncio de que no habrá novillada en la feria internacional de San Sebastián en San Cristóbal es un golpe difícil de digerir. La generación de relevo parece ser que no importa, y más triste es el silencio de gremios como la Asociación Nacional de Toreros que debería salir en defensa de los novilleros.
Es necesario que nuestro país tenga a futuro una figura del toreo, que sea capaz de generar ilusiones en los aficionados, rescatar el esplendor de las ferias y volver al auténtico e íntegro toro de lidia. Quizás sea demasiado, pero es la única forma de volver a la grandeza que antaño tuvo la tauromaquia.
Por el bien de la fiesta es necesaria la unión de todos los factores que hacen vida en la tauromaquia nacional, de lo contrario, lentamente se irán perdiendo espacios, por lo que de no tomar medidas urgentes en pocos años, acompañados de nostalgia, recordaremos la belleza del toreo en nuestras plazas, viendo videos y leyendo reseñas.
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