El distinguido paisano tovareño Iván Vivas (izq) va a ser Doctorado en Arte por la ULA, pero, quienes lo conocemos, le habíamos conferido, hace ya tiempo, la Borla Summa Cum Laude de la Amistad y el Pergamino de Primer Cultor de la Hospitalidad del Terruño.
por: Eduardo Soto
Conozco a Iván Edilio de toda la vida, nuestros progenitores tovareños fueron buenos amigos y el mío era su padrino de Confirmación. Ellos coincidían muchas noches en el Centro de Amigos, donde conversaban, jugaban Cartas o Dominó, en el que ambos destacaban por su destreza. Junto con José Antonio Montilla, también asiduo participante en las veladas del Centro, solían ir a corridas de toros, algunas en el exterior, pues los tres eran buenos aficionados y fueron por años miembros del Jurado que concedía la Oreja de Oro, máximo trofeo de la Feria de Tovar. Además, un buen día, se pusieron de acuerdo para realizar un largo viaje por Europa, que los llevaría, hace sesenta años, por Portugal, España, Francia, Italia y el Vaticano. Hoy los tres han fallecido, también los hijos varones de Montilla, pero la amistad perdura en la siguiente generación, lo que explica estas líneas para felicitar a Iván Edilio, quien va a recibir, en menos de un mes, un merecido reconocimiento, al conferirle la Ilustre Universidad de Los Andes el título de Doctor Honoris Causa en Arte.
Estudiamos juntos en el Colegio Padre Arias de Tovar, con el recordado Profesor Lemmo, quien nos enseñó el Ave María en francés y el Himno Chino; con el Profesor Bueno, quien nos hizo aprender los nombres de las capitales y presidentes latinoamericanos. Posteriormente, al encargarse los Paúles de nuestro Colegio, el Padre Daniel Souto, montó la tragedia Antígona de Sófocles, en la que participamos en papeles menores. Luego, continuaríamos estudios con los Jesuitas en el Colegio San José de Mérida, donde nos beneficiamos de las enseñanzas del Profesor Arconada, quien trataba de inculcarnos su gusto por las bellas artes y la mitología. Todas estas vivencias contribuyeron, sin duda alguna, a ampliar horizontes y crear inquietudes por las manifestaciones culturales de otras tierras.
Iván también estudió en el Liceo Félix Román Duque del pueblo, en donde comenzó, en términos prácticos, su vocación y su largo trajinar como promotor cultural. Resulta que Iván era el Presidente del Centro de Estudiantes e inició gestiones con un paisano, a quien no conocía personalmente, Rafael Ángel Gallegos Ortiz, primer Director de Cultura de la ULA y que entonces lo era de la UCV, para traer el Teatro Universitario, diligencias que culminaron con todo éxito y echaron a andar una amistad que duró hasta 2005, cuando falleció el distinguido periodista, abogado, escritor y político tovareño.
En realidad, en tal ocasión, se llevó a cabo toda una semana dedicada a la cultura, pues también nos visitó el famoso Orfeón de la UCV y la Estudiantina Universitaria, sobresaliente en la interpretación de música venezolana. En aquella época, no había en Tovar hoteles ni pensiones suficientes para tanta gente, por lo que Iván Edilio y demás organizadores, tuvieron que solicitar a familias del pueblo que alojaran en sus casas a los jóvenes ucevistas, a lo que muchas accedieron de buen grado.
Desde entonces Iván Edilio ha estado siempre presente y activo en el progreso cultural del terruño, del Estado Mérida y en verdad del país, pues ha sido miembro del Consejo Superior del Museo Jesús Soto de Ciudad Bolívar; jugó un rol importante en el establecimiento de nuestro Museo de Arte Contemporáneo, se desempeñó como directivo de la Fundación La Ruta del Arte y fue instrumental en obtener para Tovar el Núcleo de la ULA, donde se imparten estudios, sobre todo en disciplinas ligadas a las artes visuales, natural reflejo de la arraigada tradición cultural y humanística del Valle del Mocotíes.
Iván ha ayudado a desarrollar la vocación artística de numerosos jóvenes y, gracias a su amistad con Jesús Soto y Cruz Diez, logró que los grandes Maestros tomaran interés en el devenir cultural de la zona e incluso adquirieran propiedades en los páramos aledaños. Alejandro Otero y Mercedes Pardo pasaban temporadas en su residencia, en donde era posible encontrar de visita a Carlos Contramaestre, uno de los pintores más conocidos de Tovar o al destacado arquitecto Fruto Vivas, a quien dio refugió en su época de clandestinidad. También existían buenas posibilidades de toparse con Elbano Méndez Osuna, otro de nuestros artistas tovareños más famosos quien, ya con el sol a la espalda, solía visitar a Iván, buscando disipar melancolías en sustanciosas tertulias. Luisa Richter, distinguida pintora de origen alemán, le hizo un retrato y algunas obras de su admirable colección, aparecen fotografiadas en libros o las presta para ser exhibidas en diferentes galerías y museos del país.
Iván Edilio ha dedicado la vida a su vocación por el arte, a cultivar amistades y a prodigar a raudales sus innatas cualidades de relacionista y anfitrión. Su casa es templo de fraternidad, pletórica de exquisito gusto, en donde vive rodeado del cariño de su esposa, consumada artista de la plástica, graduada en el Núcleo universitario que ayudó a fundar y de su hija, que combina sus estudios de secundaria, con los de piano y bel canto.
El distinguido paisano tovareño va a ser Doctorado en Arte por la ULA, pero, quienes lo conocemos, le habíamos conferido, hace ya tiempo, la Borla Summa Cum Laude de la Amistad y el Pergamino de Primer Cultor de la Hospitalidad del Terruño.
Eduardo Soto Alvarez
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