Dentro de la tranquilidad que se le nota, muestra su afán por estar entrenando todas las mañanas y vaya si tiene con quién hacerlo. Foto: vozpopuli.com
por: Kike Rosales
Al novillero Manolo Vanegas es más fácil conseguirlo en España o Francia que en Venezuela, las veces que hemos conversado por teléfono nos lo muestran más distendido que su estadía por “aquellas tierras”; debe ser ese verdor que Seboruco (Táchira) ofrece o el calor de sus “porqués”.
Dentro de la tranquilidad que se le nota, muestra su afán por estar entrenando todas las mañanas y vaya si tiene con quién hacerlo; los Vanegas son toreros, el matador César y la visón escrutadora de “Fulichán” su papá andan siempre por allí, los entrenamientos desde muy temprano son duros y exigentes.
Después en la tarde, la cosa cambia, el que cortara una oreja en Madrid, ese que resultara el mejor novillero de esta temporada en Francia se “pone el overol” para ayudar en una obra de construcción en la cual tiene cifradas grandes alegrías, la casa de su mamá.
Cuando habla del hecho, lo dice con alegría desbordante, -es uno de los sueños de mi vida hacerle la casa a mi mamá-.Esta convencido que el 29 en Valencia la cosa será peleando, que conoce y respeta su alternante (Jesús Enrique Colombo) pero que para seguir andando por las vías del triunfo hay que arrimarse, hacerlo como lo ha hecho hasta ahora y también como construye la casa de su mamá en Seboruco, “con sus propias manos”.
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