por: Kike Rosales
Este año el matador nacido en Seboruco pensó en retirarse, la decepción tanto a él como a muchos otros le rondó por la cabeza. Desde hace años, ser torero nacido en estas tierras pareciera más un pecado que un destino. Las empresas los valoran poco, los ganaderos (que muy mal andan) invitan muy esporádicamente a un tentadero; la afición todavía se pregunta en los escaños de las plazas “¿Cuál es el Venezolano?”; por ello y otras cosas pensó Vanegas en cortarse la coleta… Cuando de repente le dijeron que si él era capaz de matar una corrida de Miura, la respuesta fue como todo lo de Vanegas, contundente: “ya que yo no puedo ir a España ellos vinieron a mi tierra. ¡Claro que lo hago!”.
Cuenta César que está con la misma ilusión que tenía cuando tomó la alternativa. Tiene una lucha contra la báscula, y se permite expresar: “muchos me dicen que estoy gordo, pareciera que no me vieran torear”… Sabe que solo depende de él la preparación, no tiene entrenadores físicos ni dietistas; le corresponde a él mismo luchar contra esos vericuetos, algo que ha hecho desde aquellos años cuando toreaba en la parte seria en el espectáculo de “Fulichan”.
“Corridas duras también he toreado aquí”, dice con absoluta sensatez. Verdad verdadera: respeta pero no teme. Son más de diez años como matador de toros para permitir, a esta altura, dudar de su propia capacidad lidiadora (la cual le sobra).
La ilusión vuelva a estar en la mente del matador César Vanegas. Ésa que se “descose” cada vez que le arrebatan (o no incluyen) a un matador Venezolano en una feria importante. La madurez le permite tomar esto con responsabilidad, como lo ha hecho a lo largo de su carrera.
Son dos Miuras los que le tocan. ¿O será al contrario? A dos Miuras les toca enfrentar a Vanegas, el matador que pensó en cortarse la coleta y que revive la ilusión en la próxima feria de San Sebastián.
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