27/12/13

Acho: La feria que mata aficiòn

El impresentable tiene peor trapio que los escurridos cabestros. Foto: blog eltaurinodigital

por: Jaime de Rivero - corresponsal de la Agencia EFE en Perú

La recién concluida Feria del Señor de los Milagros ha sido la peor de los últimos 30 años, no sólo por la falta de ganado adecuado y el pobre resultado artístico, que también se han verificado en otras ediciones, sino por la profunda decepción causada a la afición, y particularmente, al abonado. La protesta, aún insuficiente, se ha expresado a través de varios medios con un mensaje muy claro: el aficionado no quiere abonarse para no ser timado nuevamente. En síntesis, una feria que mata afición.

No he incluido a la Beneficencia en el breviario porque no recuerdo que se haya hecho anteriormente. Ahora han echado mano de ella para endilgarle responsabilidad, pero no cooperaré en el despropósito. La propietaria establece las condiciones de arriendo y la empresa las acepta y se obliga voluntariamente a ellas. En ningún negocio cabe reclamo a posteriori, menos por algo que fue convalidado previamente al firmar el contrato.


La empresa:

He explicado su lamentable desempeño en mi artículo anterior La Ruina de Acho (ver: http://eltaurinodigital.blogspot.com/2013/12/la-ruina-de-acho-escribe-jaime-de-rivero.html), el que ha logrado su propósito: generar corriente de opinión y promover la unión de los aficionados para rescatar su feria y hacer respetar sus derechos.

La primera semana de diciembre, el empresario ecuatoriano Marco Galindo suspendió la última corrida de la Feria de Quito, que provisionalmente se celebraba en una portátil instalada en El Tambillo, en la que actuarían Daniel Luque, Diego Silveti y Antonio Nazaré, porque la poca asistencia en los festejos previos hacía prever un mal resultado. Galindo actuó correctamente al suspender la corrida sin engañar al público, cuando hubiese podido reemplazar a la terna con tres desconocidos para reducir costos y obtener la ganancia a como dé lugar. En Lima fallaron los toros, pero no se actuó de la misma manera.

Tampoco se puede aceptar aquello de que peor hubiese sido no tener feria, como si -resignados- tuviesemos que agradecer cualquier cosa sin quejarnos. Con esta justificación -o la de callar para no favorecer a los antitaurinos- se pueden cometer los mayores atropellos. Contra ello me ratifico: que no haya feria. Si no hay toros, no se deben celebrar corridas de toros. Y si es el caso, tampoco feria. La única forma de convocar y retener a los aficionados -de hacer afición-, es cuidando la integridad del rito. Mayor daño siempre ocasiona un espectáculo degradado que defrauda a los consumidores, porque éstos se hartan y no vuelven más. Y esa ha sido la razón del deterioro de la feria, proceso que se remonta a décadas atrás, pero que en los últimos años ha alcanzado ribetes inaceptables bajo todo punto de vista.

La autoridad:

Como es habitual, no cumplió con el reglamento y aprobó toda clase de animales, varios novillos y la mayoría indignos de una plaza de primera categoría. En los dos últimos festejos autorizó la lidia de cinco hierros sin ser concurso de ganaderías, violando el texto expreso de la ley. Quién se anime puede denunciar estos hechos en el fuero penal.

El problema de la autoridad de Acho es que está en manos de un municipio muy pobre que a duras penas sobrevive y al que las corridas de toros sirven para mitigar en algo la crisis perpetua que lo agobia. La inmundicia de sus calles y edificios afianzan lo dicho. En ese contexto, rechazar un encierro significaría suspender la corrida y, con ello, no recibir el impuesto municipal que puede superar los US$ 100,000 en una tarde. Si a ello se le agrega la presión de la empresa que es la parte más poderosa, es fácil deducir el porqué de su inconducta.


El ganado:

Penoso y lamentable en cuanto al trapio, como he detallado en el artículo la Ruina de Acho. En cuanto al juego, primó la mansedumbre en todos sus matices y la mayoría fueron descastados. También hubo toros de origen desconocido como los de Veracruz y uno anunciado como de Juan Bernardo Caicedo pero que llevaba un hierro distinto.





La diferencia con un toro es innegable.

Los toreros:

Enrique Ponce ratificó, una vez más en Acho, en su plaza, que es un lidiador excepcional. El primero era complicado y lo sometió impecablemente. El segundo era un imposible que él habilitó. No refrendó la buena obra con el estoque y perdió el trofeo. Fue una faena para toreros por la meticulosa tarea de transformar al animal; un buen aficionado le hubiese premiado con las dos orejas a pesar del pinchazo. Sin embargo, la faena no hizo vibrar de emoción a los tendidos por la pobre transmisión del adversario, que no llegó a entregarse del todo. En el juicio del público común, se le hubiese premiado con la única oreja que ofrecía este astado.

No hubo nada que reprochar a El Juli con ese lote infumable. El segundo de Veracruz había visto capotes antes de la corrida porque frenaba en el embroque para ir al bulto claramente avisado, tal como suelen hacer las reses toreadas. Hizo muy bien en despacharlo, cualquiera le hubiese pegado un bajonazo indecente para sacárselo de encima.

El tiempo va poniendo a cada quién en su dimensión, por encima de la morbosa publicidad. Juan José Padilla cortó dos orejas por la benevolencia del Juez y la condescendencia del público feriante que ha invadido la plaza. No redondeó faena y, además, se le fue el mejor toro de la temporada.

Pablo Hermoso de Mendoza tuvo la actuación más regular, montando a los mejores caballos de su cuadra. Llevó público a la plaza, pero hay que dosificar sus presentaciones en el ciclo.

Iván Fandiño enfrentó a un lote parejo, complicado pero lidiable. Ambos tuvieron mucha movilidad y transmisión, pero el diestro no fue capaz de imponerse. Estuvo mejor con el primero y fue superado largamente por el segundo.

Antonio Ferrera estuvo apático en el ruedo y ni siquiera brilló en el segundo tercio. Acusó un supuesto malestar que lo llevó a la enfermería, divulgándose que no había dormido en tres días. Sin embargo, concluida la corrida parrandeó en el hotel hasta las once de la noche, luego pasó a la casa de un torero peruano que celebraba el cierre de temporada y más allá de la una de la madrugada se movilizó a la discoteca Tequila Rock, en donde no sólo se baila de todo. Se especula que Ferrera pudo tener algún desencuentro en Lima que determinó esa actitud, pues la justificación que circuló no coincidió con la realidad.

Juan del Alamo brindó una buena faena pero aún tiene mucho por recorrer.
A Alfonso de Lima se le vio más solvente y estuvo acertado en la dirección de lidia durante el tercio de varas. (ver: http://eltaurinodigital.blogspot.com/2013/11/la-buena-lidia-de-alfonso-de-lima-en-el.html).

Talavante, Perera y Luque no tuvieron oponentes a su nivel, pero se lucieron en lo poco que pudieron hacer.

Javier Castaño, David Mora y El Fandi no dejaron mucho para el recuerdo.


La visita del artista Humberto Parra, la difusión de su obra en los programas de mano y su participación en conferencias y evento elevaron la categoría de la feria



El Público:

Es el principal responsable de la debacle de la feria. Con su pasividad y resignación ha avalado todos los atropellos que en su contra han ejecutado la empresa y la autoridad. En vez de dar batalla, armando broncas descomunales o dando la espalda al ruedo, traga todo y no sigue a las porras del 12 y 15, que muy poco se escucharon durante la temporada. Un subalterno español comentaba que por menos, en cualquier plaza española se armaba un follón.

Quizá, su impavidez refleje el alejamiento del auténtico aficionado, a causa de los precios y la baja calidad del espectáculo. Parece que el nuevo público no distingue al toro del novillo, ni sabe que existe el canal 518.

El público es el componente más fuerte de la fiesta porque es mayoría. Es la fuerza más poderosa, la que premia a los toreros y la que paga el sueldo a todos. Su problema es que no está unido para hacer valer sus derechos. Mientras que los toreros forman el G-10 para hacer cartel en plena crisis y no reducir sus emolumentos, los aficionados permanecen dispersos y desorientados.

La feria sólo será salvada por los aficionados, esta es la lección principal que deja el ciclo morado. Es urgente que ellos se agrupen sin influencia de periodistas ni empresarios, pues sus intereses no coinciden necesariamente y muchas veces se contraponen. Es su feria y deben acudir a rescatarla. Es momento de organizarse para tomar acción, presionar a la Beneficencia y exigir un plan de desarrollo para Acho que incluya una reducción drástica del precio de las entradas, siguiendo la línea del Gobierno Español, que la semana pasada presentó 46 medidas para promover la fiesta.

Si los que son mayoría no se articulan orgánicamente, no podrán consolidar el poder que tienen y que se necesita detonar para restablecer la categoría de la feria, que está en riesgo de perderse indefectiblemente.


Los premios desiertos:

Fue el mayor acierto de la feria. Entregarlos hubiese convalidado el fraude contra el aficionado. La faena de Enrique Ponce fue la mejor por las pobres condiciones del astado, pero no llegó al público con suficiente intensidad y la espada jugó en contra. Entregarlo a Padilla hubiese sido un error, porque le regalaron la segunda oreja tras una actuación pueblerina y, sobre todo, no aprovechó a cabalidad al mejor toro de la feria, uno de triunfo grande.

Antes de la última corrida, en los mentideros taurinos se rumoreaba de un arreglo para que el Escapulario de Oro por fin vaya a manos de Fandiño, que como se sabe es el torero preferido, engreído y amigo de la empresa. Pero como no pudo triunfar, se tenía como opción a Padilla. Ello concuerda con los resultados de la votación secreta del Consejo Taurino que gracias al alcalde Enrique Peramás está conformado mayoritariamente por abonados elegidos por sorteo –lo único bueno que ha hecho por la feria. Sorpresivamente, Padilla obtuvo cuatro votos que habrían sido emitidos por la autoridad y tres regidores, es decir, la propia autoridad (que durante la feria apoyó a la empresa) habría votado en bloque a favor de Padilla. Se supo que los aficionados votaron desierto, salvo uno que lo hizo por Enrique Ponce, tal como comentaron entre ellos antes y después de sufragar.

Al parecer, estuvieron cerca de su cometido, pero felizmente, quién voto por Ponce logró desanimar a dos que dudaban en premiar al pirata. La solera que le queda a la plaza se los agradece profundamente.




Luis Francisco Esplá estuvo en Lima para conferenciar.
Un buen aporte pero se quiso cobrar como en Acho

El futuro de la feria:
En un artículo anterior he mencionado la necesidad de suspender la absurda licitación en trámite, para replantear la visión que se quiere para Acho y su feria, proponiendo entregar el control y supervisión de la misma a los propios aficionados. (ver http://eltaurinodigital.blogspot.com/2013/12/aplausos-acho-se-queda-sin-postores-1.html).

La propuesta de retomar el proyecto del Patronato de Acho es buena pero hay que ser realistas, la Beneficencia no va a entregar la propiedad de la plaza a un tercero. Además, si no funcionó hace treinta años, o diez en el último intento, nada indica que ahora logre resultado. El problema no sólo es la recuperación del monumento, la organización de la feria es tan importante como aquello.

En esa línea y rescatando el espíritu del patronato, un grupo de aficionados impolutos, libre de influencias empresariales, ganaderas y periodísticas, debería asumir el destino de la feria. Podría ser a través de una alianza de asesoría exclusiva a largo plazo, por la cual, la Beneficencia cedería contractualmente el control del serial limeño, algo similar a lo que ocurre en algunas plazas españolas como la de Bilbao. Los aficionados intervendrían en varios aspectos, desde la redacción de las bases de la licitación hasta la supervisión de la empresa durante la feria, así como en aspectos culturales, pudiendo incluso asignársele la decisión final sobre el ganado a lidiarse entre las alternativas que se presenten.(ver: http://eltaurinodigital.blogspot.com/2011/12/propuestas-para-la-licitacion-de-acho.html).

El modelo de licitación debe ser modificado para orientarlo a la calidad, premiando al que más y mejores corridas ofrezca y con entradas a menor precio. En este aspecto, la gestión empresarial podría tener una utilidad controlada -como ocurre en otras actividades comerciales-, a fin de mantener una escala de precios accesible que asegure la supervivencia de la afición. Estos son asuntos que los aficionados unidos deberían debatir e impulsar de ser convenientes.

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