Por: José Luis Jiménez – Sábado 17 de Noviembre 2018
Buenas Tardes..!
Quiero decirles que este acto tiene lugar aquí en el Centro Cultural Higuaraya Capanaparo… no como préstamo del local para la actividad pautada, es por adicionar un activo de la Maestranza de Maracay, lamentablemente hoy en estado ruinoso, que será motivo para dedicar otro tema.
A la amiga Higuaraya Flores, profesora de música, muchas gracias, por permitirnos realizar este acto tan significativo para los taurinos, por tratarse de homenajear a una ganadería de reses bravas, como Los Aránguez, de júbilo cumpleañero por el cincuentenario de un proyecto que hoy es realidad con sobrada autoridad.
Los que tenemos en mi generación una formación de modestos aficionados, hemos recibido una influencia indeleble del Doctor Alberto Ramírez Avendaño, quien nos enseñó parte de los fundamentos del desarrollo ganadero en el país, uniendo sueños y esfuerzo para mostrar cual vitrina de lujo hoy en día, a un atleta protagonista de los espectáculos taurinos como verdadero Rey, como es el toro de lidia.
El doctor Ramírez, con modesta posición, pero con sobrada autoridad, nos habla de todas esas cosas que envuelve el campo bravo, desde el cuido ecológico, hasta la crianza del toro, que para otro ganadero pudiera ser interpretado como un secreto bien guardado, por aquello de: “que no se entere la mano derecha de lo que hace la izquierda”.
Por lo tanto, quienes hemos sido privilegiados por haber recibido consejos de la sabia experiencia de nuestro biografiado que nos permitió dar el salto crucial que hoy tantos están simplemente inhibidos de poder hacer, no tenemos una mirada desdeñosa hacia el pasado taurino, y menos en el presente, al sabernos formados como personas y habilitados con generosidad como aficionados.
Cuando muy chavalitos balbuceábamos las primeras enseñanzas del lío del toro, volviéndonos un lio de verdad, nos obsesionamos por asegurar siempre que los toros de las corridas eran bravos porque eran negros, posición a la cual aplicó el doctor Ramírez la afirmación de Henry Ford para su histórico modelo “T”:
“se puede escoger cualquier color… siempre que sea negro”.
La verdad que reconocemos lo equivocado que estuvimos al ver que también los ganaderos tenían su carta bajo la manga con toros berrendos, colorados, ensabanados, cárdenos, jaboneros y… toda la gama variopinta que hemos presenciado a través de unos cuantos años.
En este acto de reconocimiento tampoco debemos olvidarnos de los Hermanos Riera Zubillaga y la generación que les ha precedido. La familia Riera, creadora del reconocido “ganado Carora”, siempre consideró que el toro de lidia debía tener su hogar en esta zona, por la rusticidad del ganado bravo para la fácil adaptación y aprovechamiento de alimentos marginales y capacidad para sobrevivir en mínimas condiciones ambientales; porque es el hombre quien crea esta especie en las condiciones que conocemos y no por generación espontánea; además, al contar con la experiencia y afición desmedida de su amigo Alberto Ramírez, lo convirtieron en un gran aliado para expandir la historia de la tauromaquia nacional desde esas áridas tierras.
Andando el tiempo, la ganadería Los Aránguez se ha convertido en una de las más importantes del País y con su sangre se han fundado otras vacadas, gracias a la familia Riera, que no equivocó la faena para decantarse por su amigo el Doctor Ramírez para hacer realidad la historia de Los Aránguez.
Algunos creerán que estamos hablando de un personaje fuera de este mundo, con la cabeza bien amueblada para los casos y cosas de la fiesta, pero no exageramos, simplemente es reconocer la grandeza donde la hay.
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