por: Giovanni Cegarra
La Fiesta Brava en Venezuela desde años está más empantanada que un pantano, no ha habido forma ni manera de hacer entender a todos los involucrados en ella, que vamos de mal a peor cada día, que el pecado cometido por el Padre del desgano, pasividad, apatía, desunión, desorganización, desinterés, ataques desde adentro, la lleva en picada.
Lo taurino venezolano está pagando el pecado del Padre, ese que ha cometido más errores que el error mismo, cuyos hijos, los taurinos en general, han dejado que a la Fiesta Brava le den más garrotes que a gata ladrona; y como nadie chilla, protesta, ni hace nada, se les hace fácil endosarle la culpa ahora, a la crisis socio económica política que reina en el país; no negamos que esto la afecta, hoy por hoy, pero el desastre viene de años atrás.
El doble discurso tiene cabida en nuestra Fiesta Brava, aflora euforia de defensa cuando salen a relucir los pecados del Padre, bulla aquí, allá y luego, silencio sepulcral; aquí no está pasando nada y si no creen, un ejemplo de los tantos que hay en que los taurinos se tapan peor que el topo, se vive actualmente en San Cristóbal, Estado Táchira, donde la esposa del gobernador recoge firmas contra lo taurino mientras su esposo, apoya lo taurino; ¿Cómo la ven? Nadie ha chistado, gritado, ni dicho absolutamente nada al respecto, todos como muertos.
Así estamos y vamos, cediendo cada día más terreno a los adversarios; atacando lo taurino desde adentro, cómplices de los pecados del Padre que fácil olvidan en tiempos feriales, cuando aparecen de la nada como fantasmas, a sonrisa limpia, queriendo como nunca a la Fiesta Brava; hipócritas caras duras de oficio.
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