por: EL VITO
Miguel López ha puesto el dedo en la tecla correcta, pues en su intención de organizar un concierto de motivos para cambiarle el derrotero que lleva la fiesta de los toros en Venezuela -que no es muy esperanzador que se diga-, entiende Miguel que entre los males que aquejan al espectáculo en Venezuela, está la poca formación de los profesionales para el relevo generacional.
Se ha perdido el sentido del toreo, como decía don Gregorio Corrochano cuando le reclamaba a la lidia y a la fiesta la falta del sentido, hasta que en Las Ventas apareció César Girón para rescatarlo.
Nos referimos al sentido profesional, al enamoramiento entre toro y torero, al celo que debe existir poer primitiva vanidad por vestir correctamente en la plaza, y orgullosamente desarrollar la vocación con el estímulo, el conocimiento y desarrollo de la profesionalidad que en la actualidad carece el torero nacional.
Es penoso, vergonzoso ver en el ruedo a unos señores pasado de edad en el rol de novilleros. Disfraz que no oculta la gruesa cintura, toreros aprendices con numerosa familia en el tendido absurdamente en el ro de novilleros. Son los síntomas de que se ha perdido el sentido del toreo.
No hay en Venezuela quien entusiasme, como en pasadas épocas entusiasmaban los novilleros a los aficionados. En este mismo entrañable Maracay, fueron muchos los toreros que llenaron de esperanza, ilusión y emociones a la afición. Todo lo contrario a lo sucedido en el maratónico cartel de novilleros añejos, recientemente celebrado en Maracay. Lo mismo que ocurrió en la aburrida corrida de toros realizada al día siguiente. Un cartel que por poco atractivo en nada entusiasmó.
Miguel López nos anuncia una temporada cuyo emblema es "En la búsqueda de nuevos valores", y de acuerdo a lo expresado por el joven empresario se trata de "nuevos valores", toreros jóvenes que descubran la cara tapada del toreo nacional, ese rostro que mangantes impiden llegue a la afición.
El primero de los pasos dados por Miguel López fue hacer contacto con los ganaderos. Le recordamos que el responsable por la presencia del toro en la plaza, más que el ganadero es el propio empresario. Recurrimos a la metáfora del mandado que va al mercado a comprar cambures, y regresa a la casa con unos topochos podridos. ¿Es acaso la culpa del agricultor que sembró la mata de cambures, o es la culpa de quien en el mercado escogió la fruta?
Si no se le imprime emotividad al toreo, estaremos perdidos. Hemos sido testigos de aberraciones en las arenas del Calicanto, como las veces que un escuálido becerro se mete entre las tablas del burladero para huir del acoso de su lidiador. Más de cómica es penosa la imagen, que, lamentablemente, se repite muchas veces a lo largo de la temporada. Lo contrario que sucedió con la brava y bien presentada de Juan Campolargo en la que Manuel Escribano saltó al estrellato. Hubo emoción en la plaza y se cumplieron los elementales preceptos del espectáculo taurino.
El empresario de la Temporada de Novilladas anuncia a Javier Palacio, de Maracay, al novillero de Cagua, Freddy Pérez y al serrano José Antonio Salas de Mérida, con dos novillos de Tierra Blanca, dos de La Punta y dos de Vistahermosa. La fecha es la del domingo 4 de agosto. Un gran esfuerzo que necesita del envión de la afición, asistiendo a la plaza, para continuar el primero de septiembre y 15 de este mismo septiembre para cumplir con el compromiso de tres novilladas.
Habrá novillos de Los Marañones, La Cruz de Hierro, Los Aránguez y Ricardo Ramírez, por ahora. Se anuncian varios premios, que se otorgarán a finales de temporada con la intención del estímulo a los participantes.
Dos premios se disputarán con los nombres de Efraín Girón y de Carlos Martínez, de los que conversaremos en próximas entregas. Por ahora, la mesa está servida y nos veremos en Maracay
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