15/7/13

El Arte y la Tauromaquia

"Forzado de Pecho"/ Bronce frío del artista ecuatoriano Edgar Balseca. Foto: blog deltoroalinfinito

por: Enrique Barrios Barrios

ARTE EN PLENITUD.-

Hay quienes comparan a las corridas de toros con una fiesta trágica de carácter brutal, mientras que los aficionados taurinos del mundo consideran que la fiesta brava es una manifestación artística con gran parecido a la ópera, diferenciándose de ésta por poseer además la dimensión de la realidad. Corrobora este último concepto, la tesis sostenida por el famoso filósofo francés Francis Wolff, al indicar que tanto la tauromaquia como la ópera comprenden una expresión artística en su más amplia y extensa manifestación.

En la ópera se combinan casi todas las expresiones artísticas y tan es así, que de la pintura utiliza el decorado, del teatro emplea la puesta en escena, de la poesía extrae el libreto, de la danza hace uso del ballet y de la música se vale para instrumentar el canto.


LA CORRIDA COMO CULTURA.-

La corrida de toros además de ser como la ópera un arte en extremo, de la misma manera se puede estimar como una completa cultura, pues en su formación es posible observar todas las demás manifestaciones culturales de la humanidad. Al igual que la ópera, continúa expresando el brillante intelectual arriba nombrado, emplea las otras formas de la cultura para convertirlas en algo sublime y original.

En efecto, durante la celebración de la corrida de toros, el espectador es capaz de distinguir el equilibrio de líneas y volúmenes como en las artes plásticas; igualmente puede apreciar en el curso de la faena, el cumplimiento de los tres tercios como consecuencia de una acción arquitectónica; asimismo se presenta la posibilidad de divisar la escultura en el toreo de capa y como en la música, es factible que el público disfrute en el desarrollo de la lidia del ritmo y la armonía.


MAS ALLA DE LA REPRESENTACION.-

La faena taurina por otra parte, como quedó expresado anteriormente, conlleva la dimensión de la realidad y por ello envuelve un peligro verdadero, una herida real y una muerte auténtica. Podemos afirmar por consiguiente que la fiesta brava no es un deporte, ni un juego ni un rito, pues en el toreo se logra apreciar los hechos reales, mientras que las otras artes se concretan a imaginarlos o representarlos.

En las corridas de toros puede llegarse a topar con la herida del cuerpo, con la sangre derramada y hasta con la muerte. Es por ello que el toreo como arte de duración efímera, permite cambiar el acto de la representación por los sucesos plasmados en la arena de la plaza de toros.

enbebe@hotmail.com

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