Nadie imaginó que aquel recordado, y hasta cuestionado, festival organizado por la empresa Agrocasta, en diciembre de 2017 en el Círculo Militar de Maracay, y que facilitó el debut tras triunfal campaña en Europa de Jesús Enrique Colombo, era premonitorio de una fiesta brava inimaginable en el mundo.
Ahora, los festivales en tiempo de pandemia, son la atracción para los aficionados; ya hemos visto en El Cortijo de Cortez en Calicanto de Maracay, en el Club El Placer de Tejerías, en una hacienda de Yaracal y hace pocos días en una finca cerca de Rubio en el estado Táchira, donde el español Eduardo Gallo hizo "su América" y Antonio Suárez ratificó condiciones artísticas con astados de los herederos de Hugo Domingo Molina. También, supimos que próximamente cerca de otro hermoso pueblo andino, habrá un festival que incluye la actuación de un matador sevillano.
Lo que ayer no era, hoy es, y lo que no se imaginaba es ya una realidad en tiempos pandémicos que han dejado al descubierto las estructuras empresariales taurinas.
Antonio Suárez desbordó su arte recientemente en festival junto al hispano Eduardo Gallo.
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