El Tío Julián disfruta del Reino Celestial - Foto GC
El
caluroso gélido día dos del 2020, nos depara una sorpresa no esperada por
quienes a lo largo de la dilatada historia taurina venezolana merideña, tuvimos
el inmenso honor y orgullo, de conocer, vivir, convivir, disfrutar de las
enseñanzas de un gran Maestro del Arte de La Tauromaquia, Don Julián Varona
Castillo, mi Tío putativo Julián, quien este jueves, desde la apacible tranquilidad
de su hogar en “La Campiña” de Ejido, Municipio Campo Elías del Estado Mérida, abordó
el bus celestial que le llevó al ruedo del Todopoderoso.
Para
este ser humano, que vivió y compartió con él, innumerables anécdotas,
vicisitudes, penurias, sabores y sinsabores del mundo del toro, de nuestra pasión
y afición, la Fiesta Brava, cuesta de sobremanera, el escribir esta nota que no
pensé hacerla tan pronto pero aquí estoy, cumpliendo con las de la ley, como
bien me diría el Tío Julián “por mucho que cojees nunca debes dejar de caminar,
pase lo que pase”, duele enormemente pero la lidia de la vida debe seguir.
Humilde,
amable, honesto, íntegro, hermano del alma, compañero, amigo, Maestro, ese fue
el Tío Julián. Jamás supo del rencor ni odio ni envidia, “eso es mala espina, a
mí no me gusta pincharme” decía con su eterna sonrisa a flor de labios, que de
recuerdos como aquello que siempre me replicaba cuando me veía del tumbo al
tambo en el callejón de la Plaza de Toros “Román Eduardo Sandia” u otra en el
interior del país, “quédate quieto que pareces toro en corral”.
No
pararía nunca de escribir, pero el destino lo impone hoy. El Tío Julián ya está
en el ruedo del Todopoderoso, allá estará afinando su voz, encendiendo el
cigarro de costumbre, tomando un trago de “guanijay” que siempre nos llevaba
nuestro compañero de brega radial taurina “Goyo” Gutiérrez, vaina no puedo más,
va por ti “Tornerito” su apodo cuando fue novillero, a más ver mi viejo Julián,
disfruta como bien te lo mereces, de la gloria de Dios y olé.
Hermosas palabras
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