14/4/19

Historias asombrosas de toros indultados

A inicios de la guerra civil, el Marqués Queipo de Llano, le confió la organización de una Milicia, con lo más granado de los caballeros andaluces. Foto: torostorerosblog

Columna: RETAZOS TAURINOS (LXVIII)

por: Eduardo Soto Alvarez.

• Los mexicanos, han tenido afición taurina, desde mucho tiempo atrás. Así lo demuestra, el llamado Motín de Tlayacapan, en lo que hoy sería el Estado de Morelos, ocurrido en 1756. Parece ser que el alcalde, había autorizado la celebración de una corrida, pero el párroco del pueblo, lo excomulgó, porque era domingo. Al enterarse el público de la suspensión del festejo, montó en cólera, incendió la Casa Cural y la Alcaldía, Burgomaestre y Cura tuvieron que salir corriendo y el Virrey debió enviar treinta soldados, para apaciguar los ánimos soliviantados de los vecinos, al ver frustrada su cita taurina dominical.

Esto demuestra que Iglesia y Tauromaquia, deben siempre ir de la mano; por fortuna, en Mérida nosotros tenemos un Obispo taurino y un Cardenal torero, cuya vocación y afición, fortalecen la feligresía en el templo y en la plaza.


• Al parecer, el primer indulto concedido en Sevilla, lo mereció Zancajo, en 1861, ejemplar del hierro de Anastasio Martín, que había tomado 33 varas y matado 11 caballos. Esta ganadería, de mucha aceptación en su época, fue iniciada por su propietario homónimo, en Coria del Río, en 1838, era de procedencia Vista Hermosa, debutó en Sevilla en 1840 y tomó antigüedad en Madrid, cuatro años más tarde.


• Quizás, uno de las historias más peculiares de un toro bravo, haya sido la de Caramelo, del hierro de Miguel Suárez Jiménez. Resulta que, en Madrid, en 1848, este toro había luchado, por separado, contra un león y un tigre, los mató, pero no quería salir de la jaula, por lo que Ángel López, Regatero, tuvo que meterse y sacarlo toreándolo de capa. Tres semanas más tarde, fue lidiado, tomó doce puyas, despanzurró tres caballos y, en el segundo tercio, fue indultado por clamor popular. Dos meses después, salió nuevamente al ruedo, con una guirlanda de flores en el cuello y, tras la faena de capa, fue indultado de nuevo.
Caramelo, finalmente, rindió su vida en Bilbao, a manos del mismo torero, que lo había sacado de la jaula, a punta de trapazos, el año anterior y la ganadería de Suárez Jiménez, fue adquirida en 1864, por la familia Murube, dando origen al conocido encaste.


• Dicen que José García Carranza, Algabeño, era un personaje admirado, rico, simpático, de acusada personalidad y de éxito arrollador con las mujeres.

Tomó su Alternativa en Valencia, en 1923, de manos de Rafael El Gallo, con Juan Silveti de testigo, pero se retiró en el 29, para reaparecer como rejoneador en el 33, pues era excepcional jinete.

A inicios de la guerra civil, el Marqués Queipo de Llano, le confió la organización de una Milicia, con lo más granado de los caballeros andaluces; Algabeño cumplió su cometido y, al frente de sus lanceros, murió en el campo de batalla, a fines de 1936. Este torero, valiente como el que más, se convirtió en personaje de leyenda y se le confirió, a título póstumo, la Medalla Militar.



• Uno de los anacronismos que persiste en las corridas de toros, es la manera de prescribir las banderillas negras. Antiguamente, cuando lo obligaba la mansedumbre del toro, la Presidencia ordenaba banderillas de fuego, mediante un pañuelo rojo, el color más acorde con tal método punitivo. No obstante, al ser sustituido por banderillas negras, se siguió usando el mismo pañuelo rojo, lo que envuelve, amén del anacronismo, una evidente contradicción cromática.

Eduardo Soto Alvarez.

14/04/2019.


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