La Escuela Taurina de Mérida: Los maestros Jonathan Guillén y Francisco "Chico Paredes" junto a sus discípulos en la primera clase práctica de 2019, en la ganadería Los Ramírez. |
***La
condición artística de un alumno en una
academia taurina, como el arte, el sentimiento, la gracia, clase y hasta la
elegancia, no se enseña ni se aprende
en ninguna Escuela Taurina del
mundo.
***Si
tomamos en cuanta aquello de la escuela sevillana
y rondeña, en Venezuela en sentido figurado existirían dos tipos, la central: con Maracay al frente, y la andina desplegada
en Mérida y el Táchira.
Por:
Freddy Ramírez “Garapuyo”
La
tradición antigua de enseñar en las escuelas taurinas sigue en boga con
maestros de renombre, por supuesto el modernismo con sus herramientas
tecnológicas ha entrado a las polvorientas, arenosas y soleadas aulas suavizando
un
tanto aquella reciedumbre con que se impartía clase en ogaño, si no pregunten como enseñaba Don. Pedro Pineda.
La Escuela primera.
Recordamos
aquellas escuelas donde había un maestro
que impartía clases a los niños
de primer, segundo y tercer grado; en otras había un segundo maestro o maestra que daba clases a los de
cuarto, quinto y sexto grado; todo en una sola
aula, los primeros grados antes del
mediodía, los demás por la tarde. Aquel maestro tenía que dar diversos temas que iban desde la historia universal, geografía e
historia de Venezuela, pintura y dibujo,
educación física, hasta la moral y cívica que se enseñaba.
Antes era obligatorio el Manual de Carreño, en esas escuelas ese maestro con personalidad, autoridad, estilo de enseñar moldeaba conduciendo al individuo hacia los buenos modales, formando ciudadanos educados y útiles.
Escuelas con pénsum, método de estudio que había que cumplir a rajatabla. ¿Castigos?, sí; para los mal criados y muy fuertes; en Venezuela con el arribo de la “revolución”, todo cambió radicalmente, formando y que al “Hombre nuevo”...
Antes era obligatorio el Manual de Carreño, en esas escuelas ese maestro con personalidad, autoridad, estilo de enseñar moldeaba conduciendo al individuo hacia los buenos modales, formando ciudadanos educados y útiles.
Escuelas con pénsum, método de estudio que había que cumplir a rajatabla. ¿Castigos?, sí; para los mal criados y muy fuertes; en Venezuela con el arribo de la “revolución”, todo cambió radicalmente, formando y que al “Hombre nuevo”...
El maestro de la escuela César Faraco de San Cristóbal Ramón Álvarez “El Porteño”
con sus pupilos en la ganadería Rancho Grande.
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Escuela Taurina.
Con
aquel formato de antaño de aquellas referidas escuelas de primaria, aunado al modernismo, las distintas
escuelas taurinas de Venezuela y de otras latitudes, siguen aferradas al
tradicional modelo de enseñanza con un maestro muy curtido en la materia, por lo general, matador de toros, que imparte
sus conocimientos, desde los que
empiezan, pasando por los aspirantes y quizás
hasta formar un novillero.
Normas.
Los
alumnos, maestros, padres y representantes, directivos, autoridades, público,
curiosos, prensa y demás,
cada quien en su sitio. Hoy
día vemos cómo los padres se involucran junto a sus representados
en el
aula de clase; algunas veces hasta viajan acompañando a los muchachos a las
clases prácticas, y tentaderos, (proteccionismo); -lo pueden hacer- pero sin intervenir, ni ofuscarse
al obligado toque de atención, alguna vez con frases altisonantes al recurrente
discípulo, que no se ha quedado quieto o
que sale corriendo despavorido a la hora
de ir a la cara.
Obligación.
Los
alumnos anteriormente -no sé ahora- obligatoriamente tenían que estar al tanto de cualquier tentadero; ese alumno
en ocasiones pedía permiso al
maestro, si estaba preparado podía ir, el
muchacho con todas las penurias del
mundo llegaba al tentadero, en ocasiones
el joven se presentaba al ganadero diciendo quién era
y de dónde venía; en otras
permanecía escondido esperando
la hora del tentadero y su turno; estando medianamente bien, era
invitado a la mesa y hasta cama
le ofrecían.
Las escuelas modernas distan mucho de aquellas antiguas donde el maestro se ponía de acuerdo con el ganadero, para que a los tentaderos acudiesen los más adelantados; aquello era durísimo: Comida limitada, dormían donde les caía la noche, en ocasiones tenían que caminar horas y horas para llegar a los tentaderos.
Todo cambia con la metodología y la academia, ahora, lo que nunca cambia son las ganas, empeño y sueño de un alumno que quiera ser torero
Las escuelas modernas distan mucho de aquellas antiguas donde el maestro se ponía de acuerdo con el ganadero, para que a los tentaderos acudiesen los más adelantados; aquello era durísimo: Comida limitada, dormían donde les caía la noche, en ocasiones tenían que caminar horas y horas para llegar a los tentaderos.
Todo cambia con la metodología y la academia, ahora, lo que nunca cambia son las ganas, empeño y sueño de un alumno que quiera ser torero
Pensum y métodos.
Ahora
mismo las distintas escuelas de tauromaquia han querido modernizar la enseñanza
en lo académico con los pensum de estudio, donde aparte de
enseñar a torear también se les imparte conocimientos de dibujo,
pintura, escultura, historia de la tauromaquia, cultura taurina y hasta
idiomas.
Cada escuela tiene normas qué cumplir, deberes y obligaciones, todo aunado a las herramientas como videos, películas, cámaras lentas, espejos, clases prácticas, hasta existen firmas comerciales, con televisión incluida, con hacedores de imagen, que se apuntan en hacer a como dé lugar novilleros a granel, existen las novilladas de concurso como “Se busca un torero”; también hay bolsines y las novilladas de feria.
Cada escuela tiene normas qué cumplir, deberes y obligaciones, todo aunado a las herramientas como videos, películas, cámaras lentas, espejos, clases prácticas, hasta existen firmas comerciales, con televisión incluida, con hacedores de imagen, que se apuntan en hacer a como dé lugar novilleros a granel, existen las novilladas de concurso como “Se busca un torero”; también hay bolsines y las novilladas de feria.
Prensa.
La
prensa tan necesaria e importante, en
ocasiones perjudica, pues hemos conocido también cómo un pequeño conflicto en determinada
escuela que se puede zanjar hablando entre
las partes y así no llevar
esa nimiedad a la página de sucesos del “N. York Times”.
El Valor.
En
estas escuelas no existen grados, cursos de verano, ni el estudio apurado nocturno
para presentar un examen al otro día; tampoco sirven los padrinos, el color
de piel, religión, lo alto o bajo de
estatura, si eres carita o no; acá, por
encima de todo, lo primero que se mide con mucho rigor es el valor de cada quien; algunos lo tienen muy medido o al límite, dicen que la falta de valor se supera con la
técnica y el mucho torear…
La quietud.
En
segundo término está lo de quedarse quieto; el maestro ve
y califica, lo quieto o no de un
muchacho en una clase práctica; acá el
que se mueve es el capote y muleta, todo
al ritmo y temple
que pueda imprimir el discípulo, los pies del ejecutante deben
estar obligatoriamente muy quietos y firmes sobre la arena… Otro de los aspectos que el maestro observa en un
alumno sería la actitud y empeño a la hora de ponerse por delante; también
califica la afición, disciplina, respeto,
amor por la fiesta, el saber escuchar y capacidad de asimilar lo enseñado.
El arte.
En cuanto
a la condición artística de los alumnos en una academia, el maestro, desde los inicios se da cuenta quién ha traído
consigo desde su nacimiento el aroma del arte; al igual que el
sentimiento, la clase y hasta la elegancia,
características que por ser
tan propias no se enseñan ni se aprenden en ninguna escuela taurina del
mundo.
Estilo.
En
una escuela de tauromaquia la
personalidad, el respeto, paciencia, la forma de torear, el estilo de enseñar y
sobre todo la forma de expresar lo que
enseña un maestro de escuela, es significativo para el alumno que se está formando, pues vemos como algunos muy permeables de bajo rendimiento, toman de un determinando maestro
su estilo, formas
y hasta sus amaneramientos.
El torero científico.
Está
muy trillado aquello que hacer un torero es difícil y sacar un torero Figura del Toreo es tan
difícil como sacarse el premio mayor -el gordo- de la lotería. Por supuesto que de esas escuelas egresan con abundancia los toreros valientes de valor, los perseverantes, los batalladores, los toreros
clásicos; poquitos o contados son los artistas y muy
de vez en cuando sale un prodigio, que con
el devenir del tiempo se convierte en aquel torero que por sus profundos conocimientos de los toros, las
suertes, su gracia, elegancia, arte y
demás condiciones se le podría denominar
como el torero científico -no perfecto- de este tipo, -creo no estar equivocado- que
hoy día existe uno y quizás dos al máximo, ahora mismo, uno se
restablece de un percance en corrida de toros.
Trabajadores.
Por
ahí siguen saliendo aquellos románticos, mecenas con mucho dinero que ayudan a
los talentos; también existen los padres
adinerados que invierten grandes cantidades en euros y dólares para formar desde la escuela taurina a un posible torero; para ellos
el reconocimiento y
respeto. De la misma forma, también salen a montón toreros
con una condición artística limitada
que se convierten en auténticos
matadores de toros jornaleros de la
fiesta.
La rondeña, sevillana…
En
los inicios de las clases para aprender a torear, el maestro y gente versada, intelectuales, críticos,
aficionados siempre se refieren a la escuela rondeña y
la sevillana, con Los
Romero, Fráncico y Pedro, Pepe Hillo y
Costillares, después citan la escuela Cordobesa, aquella de Manolete y La Belmontina de Juan Belmonte, en México se habla de la Escuela Manolista que dejó Manolo Martínez.
En
referencia a este tipo de escuelas, se podría decir que es mera terminología o simplemente una cuestión de estilos y formas;
pero ojo, ese concepto ha
trascendido a través del tiempo hasta
nuestros días; en Venezuela y en
Maracay, por ejemplo, se escucha entre aficionados
aquello de la escuela Diamantista y la Gironista, (El “Diamante
Negro” y los hermanos César, Francisco “Curro y Efraín Girón), quienes marcaron una época como toreros de gran renombre
internacional, -César fue un figurón del toreo-
de ahí, quizás, aquello de "La
cantera de Aragua".
Me
atrevo a decir que en la Venezuela
taurina actual, existen, en concepto figurado, dos tipos
de “Escuelas”: La central en Maracay y la
andina, con la seboruquense, la Tovareña
y por Mérida resalta una muy
singular, la del
maestro Mauro Pereira, que a lo largo de
30 o más años como banderillero, instruyó
a muchos e inspiró a
otros, para que hoy profesionales brillen con luz
propia en el firmamento de los toreros de plata.
La actualidad.
En
resumen, hablar
de escuelas taurinas en este mar
de calamidades que vive Venezuela, sería
algo así como describir algo fantástico. Escuelas que permanecen
activas gracias al romanticismo de algunos y
con una ayuda gubernamental escasa. En Mérida se da el caso que un docente
lo paga la Alcaldía del Libertador y otro el Complejo Recreacional Mérida, (Coremer),
organismo dependiente de la Gobernación
del Estado Mérida. En un futuro no lejano, actualizando
el carácter de Unidad de Atención al
niño y adolescente, la escuela podría recibir donativos de empresas, mientras
tanto la Escuela taurina de Mérida, -conocida también por haber llevado grabado
el nombre del maestro Humberto Álvarez- continuará
pidiendo ayudas para poder asistir a las
clases prácticas y tentaderos en las ganaderías.
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