12/4/19

Los manantiales de la torería

Nuestras escuelas taurinas de los Andes: El capital más valioso con que cuentan es, sin duda, la vocación de directivos, profesores y alumnos, . Foto archivo: Escuela Taurina de Mérida - Foto: blog aportagayola

por: Eduardo Soto Alvarez

Al dar un vistazo a la historia de las escuelas taurinas, en dos mecas de la Fiesta Brava, uno se da cuenta que, por diferentes razones y en distintas épocas, han sido objeto de controversia.

La primera institución oficial para la formación de jóvenes toreros, fue creada en 1830, por Fernando VII en Sevilla y arrancó con mal pie, pues se designó inicialmente como Maestro a Jerónimo José Cándido, pero al reclamar tal derecho Pedro Romero, lo nombraron Primer Maestro, a pesar de que el mítico torero tenía 76 años. La Escuela duró solamente hasta 1834 y fue eliminada, poco después de la muerte de su creador, por polémicas en torno a su financiamiento.

Durante casi el siglo y medio siguiente, la formación de los aspirantes a toreros se siguió haciendo como antes, en los mataderos, apadrinados por figuras que los incorporaban a sus cuadrillas o a la luz de la luna, capeando furtivamente bureles en el campo. También, era frecuente ver a los maletillas trashumantes y hambrientos, a la caza de oportunidades, para dar unos capotazos y alimentar, al menos, su ilusión torera.

No es sino hasta 1976, cuando se estable en Madrid, la Escuela de Tauromaquia “Marcial Lalanda”, la más antigua de la época moderna, que cerró sus puertas en 2018, al cortarle los subsidios el Ayuntamiento capitalino.

En Sevilla es solamente en 1994, cuando empieza a desarrollar actividades una segunda Escuela Taurina y lo mismo aconteció recientemente en Madrid, donde ahora existe una denominada José Cubero “Yiyo”.

Nuestras escuelas taurinas de los Andes, también han sido objeto de polémicas; que no se rinden cuentas, que no se debe utilizar tal epónimo, que hay que llamarla academia, cuando quizás sea un kínder; así pues, entre dimes y diretes, con los fondos siempre escasos, van sobreviviendo a duras penas y el capital más valioso con que cuentan las escuelas taurinas es, sin duda, la vocación de directivos, profesores y alumnos, que se han comprometido con su existencia.

En este orden de ideas, es grato constatar que, por primera vez, la Escuela Taurina de Mérida, haya podido concretar la visita a una ganadería, donde los alumnos tuvieron la ansiada oportunidad de ponerse frente a vaquillas de casta. El que los muchachos hayan sido invitados al pie de cría de la Ganadería Los Ramírez, marca un hito importante y por demás útil, para el semillero taurino merideño; nos corresponde a los aficionados agradecer a su propietario y a todos los que hicieron posible llevar a cabo esta actividad.

Ojalá que gestos de esta naturaleza se repitan e incluyan otros hierros y otras escuelas, para que, a pesar de las dificultades que atraviesa el país, puedan mantenerse activos los manantiales de nuestra torería.

Eduardo Soto Alvarez. 11/04/2019


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