El Maestro Enrique Ponce es uno de los que más ha buscado la perfección en el arte de torear y su gran virtud es que, a pesar de saberla inalcanzable, Foto: elmundo.ES
Columna: RETAZOS TAURINOS (LXVII)
por: Eduardo Soto Alvarez.
• La perfección es imposible de alcanzar en cualquier actividad humana y, por supuesto, en una artística y efímera, como es el toreo. Pero la búsqueda de la perfección, ha cautivado al hombre desde los albores de la historia y ha motivado los actos más sublimes del ingenio humano, pero también ha generado crímenes horrendos, como la segregación racial y el nazismo.
En el toreo, nunca se podrá determinar cuándo se ha alcanzado el mayor grado posible de excelencia, para poder atribuir, con propiedad, calificativos absolutos al juzgar la actuación de algún diestro.
Como lo han definido personajes importantes, el toreo es la expresión de un sentimiento, es poesía en movimiento, es música callada y es danza con la muerte ¿Cómo saber cuál es el límite que no se puede superar?
El Maestro Enrique Ponce es uno de los que más ha buscado la perfección en el arte de torear y su gran virtud es que, a pesar de saberla inalcanzable, lo sigue intentando, a los casi treinta años de su alternativa, actitud digna de admiración y, ciertamente, fuente de estímulo, en cualquier labor que nos depare el destino.
Los tres matadores gitanos
• Hacia fines de la década de los cuarenta, al empresario Antonio González Vera, se le ocurrió la idea de confeccionar un cartel con los tres matadores gitanos más conocidos de su tiempo, para recorrer triunfalmente los principales ruedos de España.
La terna estaba compuesta por Joaquín Rodríguez Ortega, Cagancho, El Gitano de los Ojos Verdes, Rafael Vega de los Reyes, nombre de indiscutible sonoridad, más conocido como Gitanillo de Triana y Rafael Albaicín, el torero de cristal, que paraba el tiempo con su capote.
Los tres alternantes, si el toro les gustaba, eran capaces de mostrar toda la magia del toreo, pero, al menor signo de mal fario o si le agarraban asco al toro, podían protagonizar la espantada más vergonzosa.
El Cartel Gitano, debutó en mayo de 1948, con toros de Sánchez Fabrés y ofreció una tarde de gloria, en la plaza Vista Alegre de Madrid, que, sin duda, constituyó su mayor triunfo colectivo.
Pero en La Coruña, en agosto del mismo año, pegaron un petardo de antología, pues el empresario montó el Cartel con Miuras, para colgar el cartel de no hay billetes.
Llegó gente de toda Galicia, la plaza estaba a rebosar, pero los tres toreros, tuvieron una actuación por demás lamentable, cuajada de mantazos, bajonazos y carreritas a tablas; los de a caballo picaron a mansalva, diestros y cuadrillas fueron presas del pánico, se refugiaron en el callejón, desde donde intentaron poner banderillas, abusos permitidos por la autoridad taurina, cuya pésima conducción contribuyó al mayúsculo desmadre.
El público gallego, reaccionó inicialmente con humor, pero al final se desató la furia y los tres matadores tuvieron que salir escoltado por la Fuerza Pública, en medio de la más sonora bronca, que jamás se haya escuchado en el coso de La Coruña.
• Uno de los grandes rejoneadores portugueses del Siglo XIX, quizás sea el torero con nombre más largo en toda la historia de la Tauromaquia, se trata del Marqués de Castello Melhor, Don Juan de Vasconcelos y Sousa Cámara Caminha Faro e Veiga, a quien seguramente anunciarían en los carteles, solo por su título nobiliario.
Eduardo Soto Alvarez.
09/04/2019.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario