Juan Belmonte llegó a recibir medio millón de pesetas, por siete corridas en el Perú, en 1926.Foto: ganaderoslidia.com
Columna: Retazos Taurinos (LXV)
Por: Eduardo Soto Alvarez.
• Miguel Báez Espuni, Litri, miembro de la famosa dinastía onubense, ha sido quien ha lidiado más novilladas en la historia del toreo, pues en 1949 llegó a torear 114, cifra difícil de superar; pero, además, lo hizo sin sufrir percance alguno. Fue un torero tremendista de valor temerario, sin embargo, su primer encuentro con el hule, sucedió en 1952, a los dos años de haber tomado su Alternativa en Valencia, de manos de Cagancho.
• El famoso diestro Juan Belmonte, era apodado el Pasmo de Triana, a pesar de no haber nacido en la conocida barriada, sino en la Calle de la Feria, donde su padre tenía una quincalla. JB, que dejó definitivamente los trastos en 1937, cobraba sumas fabulosas para la época, llegó a recibir medio millón de pesetas, por siete corridas en el Perú, en 1926.
Belmonte significó mucho para la Fiesta Brava, Valle-Inclán llegó a decir que solo le faltaba morir en la plaza, pero el que tantas veces desafió la muerte, le agarró miedo a la vida y dio por terminada su faena en 1962, una tarde de abril, en su cortijo sevillano de Gómez Cardeña.
• Fue en el Perú, donde se construyó, en el Siglo XVIII, la Plaza de Acho, la única histórica de América, donde se han dado festejos taurinos desde 1766. Pero solo hasta principios de 1800, es cuando se empiezan a conocer nombres de los lidiadores de a caballo, que ejecutaban la Suerte Nacional, burlar al toro con una gran capa roja, el más célebre de los cuales, fue Casimiro Cajapaico. De los de a pie, el más conocido se llamaba Ángel Valdez, un negro alto y fornido, muy hábil para torear con zancos y poner banderillas con la boca; lo apodaban El Maestro, pues estuvo activo durante cincuenta años y llegó a matar doce toros en una tarde.
• Otro torero de color, cuyo nombre se desconoce, pasó a la historia, por ser el único caso de fusilamiento por negarse a ejecutar la suerte suprema. El hecho aconteció en Portugal, en la segunda mitad del Siglo XVI, durante el reinado de Sebastián I, quien, habiéndole dado permiso para actuar, el torero sufrió un ataque de pánico y no hubo forma de que entrara a matar, por lo que el Monarca, en un acto demencial, tiránico y por demás injusto, ordenó que lo pasarán por las armas.
• Atravesando de vuelta el charco, en el Ecuador, en la época de la colonia, se daban corridas que duraban toda la jornada, durante dos o tres días. Los primeros diestros que se conocen, fueron José Díaz “Chaleco” y Maximiliano Espinosa “El Mandanga”. Más hacia nuestra época, también hubo señoritas toreras, entre la que destacó La Sorianita, quien adquirió notoriedad, pues rejoneaba montada en bicicleta.
• Para rematar estos retazos, recordemos que el toreo de hinojos, sacrifica la estética al valor; aunque Marcial Lalanda sostenía, que toreaba de rodillas, cuando tenía mucho miedo, para no salir corriendo.
Eduardo Soto Alvarez.
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