por: VÍCTOR JOSÉ LÓPEZ EL VITO
Sí, el presidente ha presentado su renuncia. No se trata de "la renuncia", esa que con urgencia y avidez esperamos los venezolanos. Lamentablemente, esta renuncia nos sorprende a todos aquellos que por más de medio siglo hemos vivido embutidos en los avatares de los momentos difíciles de la Fiesta de los Toros en Venezuela.
Ha renunciado, precisamente, uno de sus protagonistas: Hugo Domingo Molina, quien ha dimitido de su cargo como Presidente de la C.A. Plaza de Toros de San Cristóbal y con quien hemos compartido los momentos de gloria del escenario más importante de la Fiesta en Venezuela, el mismo que provocó la transformación humanista, cultural y cívica de toda una región.
Un hombre, señalamos nosotros, que sostiene su renuncia sobre fundamento de ejemplar dignidad. Dejar atrás la obra que le llevó más de medio siglo al frente de la Monumental de Pueblo Nuevo, es apenas una brizna si la comparamos al huracán que ha de provocar la noticia. Sobretodo impacta en estos momentos que la fiesta de los toros en Venezuela camina extraviada en una madeja de contradicciones y corruptelas.
Dice así la carta presentada por el Licenciado Molina Colmenares a la Junta Directiva de la C.A. Plaza:
Sres.
Vicepresidente de la C.A. Plaza de Toros de San Cristóbal
y demás miembros de la Junta Directiva.
Es un honor dirigirme a ustedes, en la oportunidad de saludarlos y, al mismo tiempo, informarle que por motivos estrictamente personales, me veo en la necesidad de presentar mi renuncia irrevocable al cargo de Presidente de la Plaza de Toros Monumental de San Cristóbal.
Eternamente agradecido por la confianza otorgada y la responsabilidad en este cargo como Presidente concedida a mi persona, así como la colaboración y apoyo de la gran familia Plaza de Toros durante mi período como Presidente.
Ldo. Hugo Domingo Molina
(rúbrica)
Atrás queda la obra de un emprendedor, todo un camino hecho con valeroso atrevimiento al invadir cárcavas y sartenejas, obstáculos sembrados de traiciones y mentiras, para convertir a Venezuela en un país verdaderamente taurino. Sendero arduo, difícil, el que Hugo Domingo sometió como organizador, primero, empresario, después. Caminos que supo andar como aficionado práctico, ganadero, fundador de divisas como Rancho Grande, El Prado y La Consolación, espacios de lucha en un desierto de oportunidades.
Los toros en Venezuela eran otra cosa antes de Hugo Domingo, distintos a las luces que vestirían la fiesta en sus mejores momentos o a los vergonzosos harapos que la visten hoy. La dimisión de un cargo no quiere decir la graciosa huida de Hugo Domingo, estamos seguros que aún seremos testigos de su apasionada entrega.
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