La situación que primordialmente mueve o debe mover a una empresa taurina es la afición, mejor aún si ésta, está recrecida en pasión; no obstante, la sustentabilidad de esta actividad es vital como en todo orden empresarial.Foto:
por: Juan José Guerrero*.
Amigos de este grupo verdaderamente preocupado y ocupado por un objetivo: la Feria del Sol 2017 y el cincuentenario de la plaza de toros Román Eduardo Sandia, por varias vías, fundamentalmente redes sociales y telefónica, constantemente estoy recibiendo información de nuestro pequeño mundo taurino nacional, surgen todo tipo de comentarios, la verdad muchos de ellos destructivos, tendenciosos y bastante injustos.
La situación que está acaeciendo en mi San Cristóbal natal, ha desatado los demonios más profundos y desaforados vistos alguna vez en mis años de aficionado taurino, desde que asumí ciertas responsabilidades hace algunos años. No es mi intención defender la situación supra expuesta, tampoco se trata de un acto de solidaridad automática; pero si es un momento oportuno para hablar de un elemento crucial que está presente en todo espectáculo taurino que se efectúe aquí en Venezuela, Francia, España, México, Colombia, Ecuador, Perú, Portugal, EEUU, Costa Rica, Guatemala y cualquier otro país que en algún momento produzca actos de tauromaquia y ese elemento es: El económico.
La situación que primordialmente mueve o debe mover a una empresa taurina es la afición; mejor aún si ésta, está recrecida en pasión; no obstante, la sustentabilidad de esta actividad es vital como en todo orden empresarial. Ya es conocido por todos, los destinos de los emprendimientos y aún empresas consolidadas que basan su esquema de producción en resultados deficitarios o en lo que coloquialmente llamamos "producción a pérdida" y este destino no es otro que su cierre, desaparición comercial y la extinción.
La actividad empresarial taurina no escapa a esta realidad; imposible es que alguien lo piense o lo someta al más mínimo análisis, pues una empresa con producción a pérdida es inviable y por lo tanto esto no resiste el más mínimo análisis, salvo en la cabeza de algunos pocos.
Hago énfasis en pocos, taurinos venezolanos, pocos pero muy activos y ruidosos, estos creen que efectivamente, sí deben las empresas taurinas trabajar a pérdida, presentar un espectáculo digno, que sea del gusto de ellos, con toros importados pues la cabaña nacional no está en nivel apto para sus gustos; con unas plazas en óptimas y pulcrísimas condiciones; con las máximas figuras del toreo; con las novedades de cada temporada, con alicientes adicionales como música o baile, dotado de un despliegue publicitario digno de un estreno de Hollywood; que las ferias sean de seis espectáculos en adelante, con apoyo de seguridad y logística de avanzada; despliegue policial y de seguridad de los organismos del Estado; atención administrativa y organizativa de calidad y algunos detalles más que se me escapan, solo que todas estas exigencias -muy válidas por demás- consideran ellos que deben estar cubiertas pagando por una boleta montos insostenibles; algo así como el equivalente a aproximadamente 8 euros (precio por tarde de la localidad mas costosa de la plaza). Claro está, éstos pagan su entrada y aplica solo para las taquillas de nuestro país y muchas veces, bajo quejas y con infinitas críticas contra los organizadores; pero al cruzar la frontera pagan sin chistar y con el mayor de los gustos, lo normal de una entrada para numerado en España o Francia, cuyo precio es algo que oscila entre 70 y 150 euros.
Sé que, como empresa, nos corresponde oír y respetar al aficionado; y nos esforzamos en esta labor como una meta valor, que es de éste de quien depende el futuro de la fiesta brava; pero, qué actitud se debe tomar ante una situación como la anteriormente descrita?
¿Es realmente responsabilidad exclusiva de los factores profesionales del toro, léase: empresa, autoridades taurinas, propiedades de plaza, ganaderos y toreros, los vaivenes que tiene la fiesta brava en Venezuela?
No es una cuota de responsabilidad muy suya del aficionado, que ha vivido y disfrutado lo más costoso de la tauromaquia mundial en las plazas de nuestro país durante los últimos 14 años con divisas a precio preferencial y por lo tanto subvencionada, lo que se tradujo en un costo irreal y que hoy día al vivir el momento económico que nos corresponde enfrentar en el que los costos del espectáculo se acercan un poco a los reales, el pretender que las cosas sigan igual y que la carga del cambio lo soporte cualquiera, menos ellos, pues en Venezuela se tienen que ver las figuras y toros españoles, colombianos así como lo mejor de la cabaña brava nacional pero pagando 10 euros por una barrera de sombra.
La realidad económica es innegable y subyace en todos los ámbitos, en todos los niveles, en todos los estratos; no distingue raza, credo ni condición política, de modo que en el campo ferial taurino se nota; los carteles actuales se han ajustado a esa realidad y la imaginación, la credibilidad y la innovación de cada empresa organizadora, pasará a tener un valor importante en cada evento; claro está, no más importante que la afición que se sienta por la fiesta de los toros.
Ahora bien, ¿Cuál es la verdad verdadera del ajuste de los carteles? La realidad es que hay que presentar un espectáculo que se ajuste al bolsillo del espectador, en este caso el aficionado taurino y el gran público que disfruta de la las corridas de toros; es decir, las empresas deben adaptarse a la posibilidad económica de sus clientes, de allí que resulta inverosímil, pero es completamente cierto, que algunos aficionados, esos que les parece "una grosería" el pagar el equivalente a 10 euros por una barrera de sombra, reclamen de manera permanente y constante la presencia de las figuras del toreo cada día de feria "como ha sido siempre", expresan; pero eso sí, sin que se traslade a ellos el costo de tal inversión.
Me pregunto: Sería viable hoy día la presentación de una corrida de toros con ganado importado, con dos figuras mundiales del toreo, acompañados de un venezolano de relevancia actual?
¿Están dispuestos ustedes estimados aficionados, a pagar en la taquilla, el equivalente a 60 euros (por aproximar) por presenciar este espectáculo en su país Venezuela? No espero respuestas, pues muy posiblemente los 5 o 6 más cercanos me responderán positivamente y se los creo; luego de los acérrimos críticos y conocedores de hueso colorado, lo dudo mucho; sin embargo les digo: Las plazas en Venezuela se llenan con 15 mil personas y ahí estriba el verdadero éxito de todo esto: en que el espectáculo llegue a todos, que cada día se genere interés y nuevos aficionados; y no que esta sea una actividad para ciertas élites, cuyo mayor aliciente en muchos casos es asistir para luego hacer notar los aspectos negativos de determinado evento, sin aportar nunca nada en el plano de la realidad para su mejoría. Aquí muchos pensaran: "Mi única obligación es pagar mi boleta, puedo comentar lo que me plazca", y es totalmente cierto; ahora bien, estamos dispuestos a pagar lo justo por el espectáculo que pretendemos?
Culmino expresando tres cosas: La primera: Mi mejor deseo para el desarrollo de la venidera Feria de San Sebastián 2017, La feria Gigante de América merece la realización y celebración del cincuentenario de su monumental.
En segundo lugar mis sentimientos del mayor respeto por el aficionado nacional; y muy especialmente por el gran público amante de las corridas de toros, de la mejor afición del país: La Merideña!
Y por último, sé que habrá respuestas y comentarios a estas líneas; sé que algunos se mofarán, otros criticarán que se hable de sacrificio y no faltará quienes se ofenderán (les pido que no) por asomar la necesidad de ver la realidad económica que está detrás de esta actividad; pero también sé que la gran mayoría entenderá la verdadera intención de este escrito y aunque no otorguen razón parcial o plena, sé de su gran conciencia y capacidad de amar la fiesta brava y con eso me doy por servido.
Rememos todos a un mismo puerto, tenemos una realidad avasalladora frente a nosotros y se necesita el concurso de todos para salir adelante.
* El autor es directivo de la empresa taurina Ramguertauro, empresa encargada de la Feria del Sol en Mérida.
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