Una de las obras más recientes de el Maestro Víctor José Lòpez El Vito (foto) la cual está por ver luz, fue evaluada recibiendo excelentes comentarios. Foto: torosenelmundo
por: César Omaña
Director de venezuelataurina.com
La buena afición taurina venezolana se encuentra de pláceme al saber de las excelentes crìticas dadas al nuevo libro del periodista taurino Don Víctor José Lòpez El Vito; su capacidad narrativa le ha llevado a escribir "Memoria de Arena" cuya obra espera bautizar pròximamente en Mèxico de la mano de un gran amigo: Jorge Anciola.
El joven ganadero Carlos Castañeda Gómez del Campo, quien no conoce Venezuela sino de referencia por personas como el torero Alejandro Silveti, expresa sinceramente cómo la prosa de Don Víctor enciende la imaginación y lleva al lector a un viaje placentero donde le va mostrando vivencias taurinas.
Nada más emotivo para un venezolano, y taurino que conozca de cerca a El Vito, que ver esa forma de felicitación a su trabajo, venida de otras tierras. En su nombre enarbolamos la bandera de los buenos escritores de la tauromaquia y debemos agradecerle tenerlo aquí mismo, muy cerca, para poder escuchar en sus plàticas còmo fluyen tan fácil para él las vivencias del mundo del toro.
Felicitaciones Maestro....Que Dios le bendiga su pluma y le mantenga viva esa memoria para que sigan escapándose sus recuerdos hacia el papel de los buenos libros taurinos que no han de morir nunca en el olvido.
*** Texto de Carlos Castañeda Gómez del Campo.
Ciudad de México, enero 9 de 2016.
Estimado Vito:
Estas son las primeras letras que escribo en el año y que más gusto que sean para comentar contigo “Memoria de Arena: medio siglo de pasión taurina”.
Por el título y el capitulado pensé que me iba a encontrar, como lo escribe Nilson Guerra Zambrano en la presentación del libro con : “la historia taurina contemporánea de Venezuela”. Y cual sería mi sorpresa que no fue así.
Desde el inicio fui tomando notas sobre los temas ahi relatados que me llamaban la atención, ya fuera por el hecho mismo, que por lo bien escrito. Sin embargo al ir avanzando en la lectura me di cuenta que esas notas no hacían sentido. Que no estaba leyendo un libro de historia del toreo, aunque ahí esté, que no es la historia taurina, social y política de Venezuela, aunque ahí esté. Que no es un recuento de anécdotas personales y taurinas, aunque ahí estén.
Me di cuenta al paso de los capítulos, que es la historia de tu vida, personal, intelectual, profesional y taurina, emanada de tus recuerdos, de tu sentimiento y de tu trabajo. Que el libro está escrito con la expresión que te da la sangre venezolana, mexicana y española que corre por tus venas. Porque eres tan mexicano como venezolano y estas letras así lo confirman. Como dijo Chabela Vargas cuando le preguntaron por su nacionalidad y contestó : “Mexicana”, a lo que el entrevistador refutó, pero usted nació en Costa Rica a lo que ella simplemente dijo: “Así es, pero lo mexicanos nacemos donde nos da nuestra chingada gana”.
El libro me cautivó de inmediato. He de confesar que lo leí en “dos sentadas”.
No conozco Venezuela. Pablo Labastida y Alejandro Silveti me han platicado mucho y bien de la fiesta en tu país, sin embargo jamás imagine encontrarme con un relato de vida que me llevó a viajar por tanta ciudad, tanta plaza, tanta gente y tanta vida.
Caminé contigo las calles de Caracas y con mucho sabor también las de México; las del centro de mi ciudad. Entré a los cafés llenos de humo y de personajes de todo tipo. Viajé a las ganaderías de aquí y de allá, vi entrar a Garza al velorio de Velásques y a Luis Miguel darle una palmadita en el rostro a Paquirri. Me imaginé el gesto de César Girón al preguntar : ¿Sabes quién soy yo? Y respiré profundo junto con él, cuando en Barcelona tuvo que escuchar, como muchos de los nuestros cuya piel no niega su mestizo origen : “Indio, te vamos a meter el pelo pa dentro” . Y me puse sus zapatos de cartón. Recordé mucho a Paco Madrazo: “Viejo, no les hagas caso, creen que traemos penacho”. Reviví en muchas frases y pasajes taurinos que relatas, a mi querido amigo Javier Garfias, quien hace ya mucho me regaló y atesoro, una lista con todas sus corridas lidiadas en tu tierra. Y fueron muchas, pero jamás me imaginé el estadio taurino que fue Venezuela.
En nuestra tertulia de Los Godos, muchas veces Javier Garfias, Valentín Rivero, Raúl González, Jorge de Haro, Ramiro Alatrorre y Jorge Martínez comentaban largamente lo que fue Venezuela para México taurinamente hablando; pero lo por tí escrito es lectura obligada para quienes no lo vivimos.
Fue en las plazas venezolanas, todas, donde todos los inviernos de los años que relatas se jugó la serie mundial del toreo (aprovecho para juntar nuestras dos aficiones). Pero en cancha neutral y justa. Mano a mano y cara a cara.
Ahí desde principios del siglo XX cautivaron al público venezolano, los suyos, los nuestros y los de allende el mar. Ahí hay una historia no contada, o no divulgada de la fiesta de los toros en un sitio universal. Porque, como bien lo dices, Venezuela no tuvo al mismo tiempo, toros y toreros locales que le permitieran un desarrollo independiente. Y para el mundo del toreo quizá mejor. Porque hay que ir ahí, a través de tu libro, a vivir el mundo taurino de mediados del siglo XX en un solo sitio.
Y hay que saber quien fué César Girón. Y Curro su hermano, y la Guayabita y Los Aránguez.
El libro está escrito de tus vivencias, pero son muy ricas las citas textuales que haces de Parrodi y Corrochano, esta última con conceptos tan cercanos a los de Lubín y Viliulfo González, así como las reflexiones que expresan en las entrevistas Ordóñez, Camino, Antoñete y Escudero.
No he leído a nadie que describa en tan pocas líneas quién fue Manolo Martínez. En todos sentidos. Y a quienes no conocen la anécdota, hay que presentarles a Manuel de Haro hijo en estas líneas. Y por supuesto a Don Manuel, quien siempre conservó “la pólvora en las pezuñas” de sus vacas. La semblanza de “El Ranchero” y tus andares por el campo bravo tlaxcalteca no tienen desperdicio.
Gracias por dejarnos viajar por tu memoria y tu vasta cultura; entendida esta como forma de vida, en unas letras que irremediablemente me llevaron a recordar “Relato Inconcluso”.
Lo escrito del corazón se lee con sentimiento. Lo que está escrito con verdad, se vuelve aprendizaje.
Estas letras para mí, reflejan la expresión literaria de un amigo, a quien conocí hace ya casi 30 años, extendiéndome la mano acompañada con el cariño que da una sonrisa en la boca.
Un abrazo con mucho cariño y el agradecimiento de haber compartido conmigo esta magnifica historia de Víctor José Lopez “El Vito”.
Saludos, nos vemos en mi casa el 1 de Febrero.
Carlos Castañeda Gómez del Campo.
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