De su toreo conocen los públicos de España, Francia, Portugal, Perú, México, República Dominicana y Venezuela. Por: José Luis Jiménez
A casi diecisiete años de haberse convertido en Matador de Toros, el venezolano Erick Cortez ha vuelto a salpicar los ruedos con su clase en momentos y faenas señalados. Recordemos que si en los noventa mantuvo una lucha por acumular dígitos para liderar la estadística nacional, ha sido este comienzo de temporada 2009 el que le ha permitido restablecer la norma de calidad ante cantidad. En solo dos actuaciones (Mérida y Maracay), se ha reencontrado con el temple dentro y fuera de la plaza, con profundidad y autoridad para insistir en su objetivo, que no es otro que desplegar su bandera clásica y ortodoxa ante los aficionados y ante tantas críticas corrosivas que tanto le han exigido en su carrera; tal vez influenciados desde su época de novillero donde su incipiente toreo se bañaba en agua de rosas.
En esta década, donde han salido tantas caras nuevas, que no atesoran otras condiciones que las de superar el eco de su propia novedad y carecer de la constancia y la ambición necesarias para ser una gran figura del toreo, corresponde a Erick Cortez hacer ruido ante las exigencias del aficionado por el contrapunto clásico e inspirado –con sus diferentes matices—en las normas académicas.
Cortez atesora a su favor haber madurado tan dentro como fuera de los ruedos y por eso hay que considerar su personalidad para que pueda llevar esos adjetivos.
De su toreo conocen los públicos de España, Francia, Portugal, Perú, México, República Dominicana y Venezuela, naturalmente, mientras que en Colombia ha hecho tentaderos, convirtiéndose el campo en una especie de peregrinar previo y oportuno, manteniéndole a tono y las ideas despiertas.
Su inmediata actuación está pautada para este sábado 2 de mayo en la feria de San Felipe al lado de El Rubi y el joven rejoneador Francisco Javier Rodríguez; misma que servirá como un hasta luego de la temporada nacional ante nuevos horizontes en España, donde espera actuar en significativos festejos.
Para Erick Cortez, el toreo es dedicación, constancia y deseos de triunfar. Estas cualidades tan sobresalientes servirán para redimensionar su carrera en busca de la verdad taurina -como el mismo sueña-, para definir un toreo clásico, tan ayuno hoy en día, como tantas figuras necesita la fiesta en nuestro País.
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