Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal

29/4/09

Conociendo mas a Manuel de La Fuente


La Universidad de Los Andes, en su sitio web, le reseña su vida y obra en: saber.ula.ve/iconos/delafuente/


* Manuel de la Fuente y la sintaxis de la multitud
por: Carlos Yusti
Viernes, 10 de enero de 2003 - analitica.com

* Reseña biográfica del artista



El hombre observa el mundo, su entorno inmediato desde el ángulo del asombro. Cuando un individuo mira a distancia (objetos, un conjunto de árboles, una pequeña colina) éste no logra hacerse soluble con la realidad exterior, pero su mirada crea entre ella y su conciencia, como espectador, un espacio. La escultura es una respuesta estética del hombre para dotar de sentido y sensibilidad el vacío espacial. La escultura participa de una doble función: dotar de carnadura plástica al espacio y ofrecer placer estético y por estas funciones veniales, o en apariencia antiutilitarias, la escultura accede al tiempo histórico/heroico de lo humano.

El escultor Manuel de Fuente, artista nacido en Cádiz y quien desde los 26 años se residenció en Mérida, en sus esculturas, elaboradas en diferentes años, se evidencian una preocupación intensa por el devenir humano, por el hombre desfigurado y convertido en aglomeración, en conjunto y en enjambre en plena confrontación y sin otro horizonte claro que la supervivencia.

La respuesta/propuesta escultórica de Manuel de la Fuente, no sólo vitaliza estéticamente el espacio, sino que postula la actualidad del hombre contemporáneo, desdibujado en una masa informe, en una horda uniforme, hormigueante y deshabitado de alma. Sus esculturas expresan sus intensos conocimientos de las técnicas escultóricas, nos dicen sobre su sensibilidad como individuo masificado y como artista individualizado en su taller; de su pasión erótica y de su irreverencia dotada de una deliciosa y depurada ironía.

El Monumento a Ruiz Miguel es una Obra de Manuel de La Fuente.


El trabajo escultórico de Manuel de la Fuente posee, en su conjunto, características definidas: Utilización de objetos comunes o cotidianos como por ejemplo una criba, un rodillo de cocina, una lata de sardinas, un chupón para destapar caños, etc. Algunas esculturas son opiniones críticas, revestidas por un viscoso y malicioso humor ("Absorción de una cultura", "Reciclaje"). Otras ofrecen un guiño mordaz al espectador haciéndolo cómplice de la ironía ( "La poceta", "La gallina de los huevos de oro") Un erotismo sin rebuscamiento o acartonado. Cierta sensibilidad religiosa que no cae en los excesos metafísicos, pero donde lo espiritual posee una vehemencia lírica casi natural. Sin embargo, todas estas características se complementan para enunciar el tema de la enajenación del hombre borrado, anulado en una demografía pletórica y redundante donde la fertilidad o la-alienación ('La gran tortilla" o "La Coca-Cola") del individuo; algunas veces caricaturizado y comprimido en bloques humanos, son algo más que simples recurrentes temas ya que en sí son la sustancia esencial de una obra estética plena de lucidez, de una escultura donde rigor técnico, que sin ser rimbombante o pretencioso, es preciso y deja entrever la grandeza y la miseria del hombre actual. Y esto, la fatalidad de hacer de la obra de arte una fascinación crítica por lo humano, es lo que distingue a un artista auténtico de uno que simplemente tiene talento o ha corrido con la suerte de formar parte de la rosca de la cultura oficial.

La multitud en algunas esculturas de Manuel e la Fuente no expresan de la misma manera sus angustias o necesidades. En esculturas como "La Caja", "Multitudes y formas", "El paquete"; el enjambre humano es reprimido y parece estar en pugna. Es un tropel de seres que lucha por liberarse. En piezas como "El autobús", "Cuesta arriba" y "El autobús por dentro" la lucha se torna patética al tratar los seres de hacerse de un espacio.

Obras como "El grado" y "La fábrica" muestran a la multitud en estado pasivo, inerme. Las muchedumbres de obras como "La poceta", "La criba" y "Absorción de una cultura" son una especie de metáfora sobre la muerte en masa de conglomerados sociales. La resignación, la apatía, de una multitud de seres delante de la criba recuerda mucho esa resignación de los millares de judíos que eran conducidos a la cámara de gas por los nazis. Lo escrito por Víctor Guedez a este respecto es bastante exacto: "Desde un punto de vista formal, las multitudes de Manuel de la Fuente consisten en resoluciones tridimensionales en donde, a partir de la incorporación de algún referente o utensilio empírico, se modela un discurso figurativo que muestra visualmente y demuestra semánticamente fenómenos relacionados con la masificación que experimentan los hombres en la sociedad contemporánea".

El erotismo que imprime Manuel de la Fuente a una serie de esculturas no es pacato, mucho menos brutal. Es si se quiere un erotismo fresco, franco y sin subrayados de segundas lecturas. El arte permite que la sexualidad humana se convierta en un hecho social o como lo ha escrito Octavio Paz: " ... lo que distingue a un acto sexual de un acto erótico es que en el primero la naturaleza se sirve de la especie mientras que en el segundo la especie, la sociedad humana, se sirve de la naturaleza".

Mientras el sexo está sometido a reglamentaciones sociales lo erótico tiene libre acceso al cuerpo social y no parece inadecuado lo dicho por Paz; "el erotismo es el reflejo de la mirada humana en el espejo de la naturaleza".

Y no hay duda que la Obra de Arte es el soporte más importante y significativo de ese espejo. La escultura "El glande o la sementera" le dice al espectador que el acto sexual es simple: el instinto desata al animal para perpetuar la especie. La escultura "El jardín del amor" ofrece la articulación de lo erótico en su plena y multiforme enunciación nos permite observar que la eroticidad de los cuerpos no es otra cosa que una "lámpara de sangre" que ilumina el sendero más rico y genuino de la existencia. Porque ante el dolor gratuito (o el infligido por las razones de estado) uno antepone el placer de la carne. Ante la masificación absurda uno antepone el individuo, ante lo general uno antepone lo específico y ante el número uno antepone las emociones.

Las esculturas de Manuel de la Fuente son un lenguaje, un léxico minucioso, una prosodia detallista que aviva el espacio o como lo ha escrito Bélgica Rodríguez: "En la escultura de Manuel de la Fuente encontramos un interés por el detalle y cierta intimidad en la proposición". En definitiva soy alguno de esos personajes anónimos que forcejean en esas multitudes vaciadas en bronce o barro resina. Me diluyo en la multitud, me pierdo en la niebla de la muchedumbre, de ese conglomerado de personas que aviva la calle en estos días aciagos para el país. Pienso que el arte es el camino que va de la soledad al asombro y del asombro, quizá, a la comunidad.

BIOGRAFIA DE MANUEL DE LA FUENTE

Nació en Cádiz, España, el 22 de abril de 1932. Realizó estudios de escultura, dibujo e historia del arte en la Escuela de Artes y Oficios de Cádiz. Más tarde, entre 1950 y 1956, recibió clases en la Escuela Superior de Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, Sevilla, en la que obtuvo el grado de Profesor de Dibujo. Viajó por Francia e Italia en 1957, antes de venir a Venezuela, en donde se establece en 1959, radicándose en Mérida, estado Mérida, ciudad en la que vive y trabaja ininterrumpidamente desde entonces.

Por encargo del ejecutivo regional realiza los bustos en bronce de las más destacadas figuras de las letras emeritenses, para el Parque de los Escritores, en la ciudad de Mérida.

Ha sido profesor de dibujo y escultura en la Escuela Antonio Esteban Frías y el Centro Experimental de Arte de la Universidad de Los Andes, y profesor de expresión gráfica y diseño en la Facultad de Arquitectura (1962-1977) de la misma universidad.

Entre su actividad artística y creativa merece mención especial su obra La virgen de la Paz (mirador-escultura), levantada en Trujillo, estado Trujillo. Optó al doctorado en Arte de la Universidad de Cádiz.

Exposiciones individuales: Museo de Bellas Artes, Cádiz, 1957; Galería Corpoandes, Mérida, estado Mérida, 1968; GAN, 1977; Museo de Arte Moderno de Latinoamérica, Washington, D.C., 1978; Galería La Otra Banda, Mérida, estado Mérida, 1978; Galería Arte Hoy, 1988; Galería Acquavella, 1994. Ha obtenido entre otras recompensas: primer premio de Escultura, Exposición de Otoño, Sevilla, España, 1957; mención honorífica, Salón Las Artes Plásticas en Venezuela, MBA, 1974; segundo premio, I Bienal de Escultura del Museo Francisco Narváez, Porlamar, 1982.

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