Por. Freddy Ramírez "Garapuyo"
En estos días de confinamiento domiciliario debido al virus chino, con más de 400 días de cuarentena, gran parte del tiempo se ha empleado para desempolvar libros, algunos han sido devorados des principio a fin; en otros, se leyó lo resaltante del índice; la prioridad de lecturas se ha ido por las revistas como El Ruedo, Venezuela Taurina, Aplausos, 6toros6, el libro anual “A los toros” que edita la Comisión Taurina de Mérida, visitar portales, videos o ver películas.
También hemos entrado en bibliotecas esculcando textos; y por supuesto, la música de los toros en la biblioteca Digital Hispánica -en la que pueden entrar sin mayores sobresaltos- visitando www.venezueladeferia.blosgpot.com/ sitios de interés: escuche + de 900 pasodobles
En ese particular recorrido también ha quedado tiempo para leer ordenanzas, leyes, reglamentos; vale señalar en lo general, el Alcalde nombra los diferentes miembros de las Comisiones Taurinas; en otras, estos son nombrados por concejales y como la fiesta de los toros es la actividad, evento, espectáculo de masas más democrático del mundo, en el Municipio Tovar, la autoridad taurina era elegida de acuerdo con sus conocimientos y afición en una votación muy singular.
Por supuesto que en estas lides de reglamentar y redactar ordenanzas los “escribanos” y “jurisconsultos”, sin consultar a nadie, compilan y ordenan textos de otros sitios en títulos y capítulos, agregando, o mejor creando artículos que por su forma incongruente, no van con la debida democracia que se estila para redactar una ordenanza taurina y más aun cuando le enjaretan reformas.
Es el caso de la ordenanza taurina del Municipio Libertador de la ciudad de Mérida, donde por gracia aparece el artículo 5 el cual esta enmarcado en el título II sobre las autoridades taurinas, capítulo que habla de las disposiciones generales, donde el ciudadano Alcalde nombra delegados que lo asesoren y a la vez colaboren con la autoridad taurina en el cumplimiento de sus funciones.
Estos “delegados” según reza el articulo de la ordenanza taurina de Mérida que aparece oficialmente en Gaceta municipal extraordinaria No 05, año III de 2016, va desde uno a varios; todo un concierto a la burocracia y al desconocimiento en materia taurina de aquellos señores que gastaron tiempo redactando la norma taurina que rige en Mérida
Entendiendo el sentido del mencionando artículo, decimos que este “quinto” es como aquellos toros malos, sosos con peligro, con visos de haber sido toreado, el cual embiste al bulto; conocemos y damos fe, que todos o casi todos los miembros de la Comisión Taurina Municipal del Libertador de la ciudad de Mérida son señores egresados de la ilustre Universidad de los Andes, doctos, probos estudiosos del mundo del toro y de un hacendoso recorrido en la actividad.
Es justicia disculpar al ciudadano Alcalde, quien amparado por lo que reza la ordenanza Municipal Taurina nombra los tales delegados; -guardando las distancia en el tiempo 2016- asemejan o son como aquellos ahora en boga protectores de Estados y Universidades, entonces vale acotar: “la culpa no es del ciego, sino de quien le da el garrote”
En cuestión, el artículo 5 llama a la reflexión y da pie a la suspicacia, ya que al crearse el delegado(s) en el seno de la autoridad taurina, aquella figura estaría poniendo en duda la autonomía, la confianza y lealtad de la Comisión Taurina nombrada por el ciudadano Alcalde.
En esta nueva normalidad donde el “bicho” maligno del covid-19 ha torcido el andar venezolano de mal a peor, Mérida no escapa a esta calamidad, pues en lo taurino ha surgido un ser con poder, todo majestad, que por favores, fue encriptado en dos planos muy taurinos de la ciudad, que a decir de sus compañeros, tanto en un espacio como en el otro, el enjuto personaje en su accionar se inclina más a interferir y complicar, que construir enlaces de buena voluntad por el cual fue nombrado.
Muchos quisiéramos ver a este ser decorativo, con ínfulas de rey, empleando sus influencias políticas ambidiestras en favor de la Plaza Román Eduardo Sandia, para hacer alianzas y conseguir recursos para curar heridas por el tiempo (grietas) en los tendidos altos de sol que conlleva a las muchas filtraciones que sufre nuestra querida plaza de toros de Mérida y a la vez buscar mejoras salariales para los trabajadores, obreros y empleados donde el susodicho de marras es figura.
En el otro espacio el personaje de marras debería, como dice el reglamento taurino, defender, difundir y engrandecer los festejos taurinos que forman parte de la cultura, idiosincrasia, tradición y gentilicio del pueblo merideño y no cansar, complicar, perjudicar como lo ha venido haciendo con sus actitudes amenazantes poco o nada de un taurino.
Como si fuera poco, para completar “la capea” el artículo 8 de la ordenanza municipal merideña es muy claro en su extenso contenido: prohíbe ser parte de la autoridad taurina emeritense a arrendatarios y administradores de plazas; artículo que también prohíbe que sean miembros de la de la Comisión Taurina Municipal, a delegados, empresarios taurinos, organizador de espectáculos taurinos, matadores de toros y novillos, apoderados, mozos de espada, ganaderos, periodista, cronista, comentarista, escuelas taurinas, asociaciones y peñas taurinas; de esta manera, el “delegado” está en un lado u el otro o se dedica a lo que siempre bien sabe hacer.
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