Sábado 18 de Mayo en San Cristóbal


Bono de colaboración desde 10 $ en: Asogata, 
Escuela Taurina César Faraco: Plaza Monumental, Pueblo Nuevo  
Restaurante Miura: Calle 18 con carr. 20, San Cristóbal 
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27/3/16

Por qué no hay música en Las Ventas de Madrid

cómo se dió a Manolete el apelativo de EL MONSTRUO. Foto: BLOG coquillascifuentes

Columna: Retazos Taurinos

por: Eduardo Soto

El corte de apéndices del toro se origina en el siglo XVII, con la costumbre de los Caballeros Maestrantes, propietario de las plazas de Ronda y Sevilla, de regalar al matador que se hubiese destacado la res completa, para que organizara un ágape e invitara a su cuadrilla, amistades e indigentes acogidos en centros de beneficencia.

Cuando se empezó a arrendar las plazas, los adjudicatarios del contrato, se quedaban con la carne de las reses lidiadas, pues era parte del negocio. En consecuencia, los Maestrantes instauraron el otorgamiento de una oreja como símbolo de la entrega de todo el toro, lo que constituía premio excepcional concedido solo a los matadores que hubiesen estado impecables en la ejecución de la suerte suprema.

En aquella época la oreja era el máximo trofeo y el diestro la presentaba en el desolladero como prueba de su derecho a recoger la res. Con el paso del tiempo, se consideró que para premiar las grandes faenas una oreja no era suficiente y tampoco era factible entregar uno o más toros. Entonces se decidió establecer una equivalencia: Una oreja correspondía a un cuarto de toro, dos a la mitad; y orejas y rabo se premiaban con la entrega del toro completo, cuya carne el matador podía vender y hacerse con algún dinero.


MARCIAL LALANDA Y EL PORQUÉ NO HAY MUSICA EN LAS FAENAS DE LA PLAZA LAS VENTAS

Por cierto, en la Monumental de Las Ventas, el 18 de octubre de 1942, el conocido diestro Marcial Lalanda, se paseó con el rabo de un toro de Pérez Tabernero que, al parecer, fue cortado de manera fraudulenta por un subalterno, sin autorización del Presidente de la corrida.

Marcial, hijo y nieto de mayorales de una finca de reses bravas, tomó la alternativa en 1921 de manos de Juan Belmonte en la Maestranza de Sevilla. Al estallar la Guerra Civil se trasladó a Francia con la excusa de torear unas corridas, pero regresó para alistarse y combatir en las filas de las milicias falangistas.

El Maestro Martín Domingo le dedicó el conocido pasodoble “Marcial eres el más grande”, cuya interpretación dio pie para que ya no sonara más nunca música durante la ejecución de una faena en la Monumental de Las Ventas. Aconteció que en la Corrida de la Victoria, primer festejo celebrado en la plaza una vez finalizada la Guerra Civil en Mayo de 1939, durante el trasteo de Lalanda al primer toro, el público pidió música, siendo complacido con el pasodoble que le había dedicado el Maestro Domingo; pero con el cuarto ejemplar, Domingo Ortega realizó una faena de antología, el público pidió música pero nunca sonó, lo que protestaron ruidosamente sus partidarios y hubo tal desorden en los tendidos, que las autoridades decidieron que ya no se tocara ningún pasodoble en la Plaza de Madrid, prohibición que se mantiene hasta nuestros días. No deja de ser anacronismo inexplicable la ausencia de música en el coso madrileño, sobre todo a casi ochenta años del incidente. Hasta ahora, la única excepción ocurrió hace medio siglo, cuando Antonio Bienvenida, quien actuaba esa tarde como único espada, tras colocar tres soberbios pares de banderillas, brindó la muerte del último toro a su hermano Pepe y la Banda de Música, con permiso del presidente, interpretó un pasodoble.

Marcial era un hombre culto y de múltiples inquietudes, en 1928 financió y protagonizó la película “Viva Madrid, que es mi pueblo”, cinta hoy desaparecida y la Escuela de Tauromaquia de Madrid lleva su nombre. Murió en la capital española en 1990, a la edad de ochenta y siete años.


DOMINGO ORTEGA: MOTIVO DE SILENCIAR LAS VENTAS

Por su parte, Domingo Ortega fue un torero intuitivo y poderoso, que desde sus primeros pasos dio muestras de unas condiciones extraordinarias para la lidia de reses bravas. Vistió traje de luces por primera vez a los veintidós años en 1928, tomó su alternativa en Barcelona de manos de Gitanillo de Triana y el mismo año de 1931, la confirmó en Madrid en donde debutaba, pues nunca se presentó como novillero en la capital.

Domingo fue un torero recio, sobrio, de estilo clásico y técnica depurada. También fue admirador de Franco y, al igual que Marcial Lalanda, combatió en sus filas. Se cortó la coleta en la Feria del Pilar de Zaragoza en 1954, aunque después participó en numerosos festivales benéficos.

Domingo fue amigo de grandes figuras de la cultura española. Ignacio Zuloaga pintó su retrato al óleo, Antonio Díaz Cañabate lo inmortalizó en La Fábula de Domingo Ortega y José Ortega y Gasset lo animó para que dictara varias conferencias como El Arte del Toreo y La Bravura del Toro, las cuales fueron publicadas en la prestigiosa Revista de Occidente, fundada por el filósofo quien, como contrapartida, toreó en tientas informales algún becerro al alimón con Ortega.

El diestro, nativo de Borox, también tenía su pasodoble, compuesto por Florencio Ledesma y Rafael Oropesa el mismo año de su alternativa y, a pesar de ser uno de los más interpretados en las plazas de toros, no lo fue la tarde de la gresca que enmudeció musicalmente la madrileña plaza.


EL MONSTRUO MANOLETE

Manolete, en una corrida celebrada en Alicante, brindó un toro a Don Ricardo García “K-Hito” y fue tan brillante la actuación del diestro, rematada por gran estocada hasta el puño, que el conocido crítico le tiró al ruedo su libreta de notas en donde había escrito en letras gigantes la palabra MONSTRUO, con lo cual desde ese año de 1943 tal apelativo quedó registrado para la historia.

El Monstruo fue uno de los grandes Califas toreros de Córdoba y el primero tras la época de los famosos Rafaeles. El primero, Rafael Molina, “Lagartijo”, bautizado Califa por el célebre cronista taurino Mariano de Cavia; el segundo, Rafael Guerra “Guerrita”, el tercero, Rafael González “Machaquito” y el cuarto Manuel Rodríguez “Manolete”, deben el honorífico título a la gente de Córdoba, pues eran toreros muy queridos y admirados por el pueblo. El quinto Manuel Benítez “El Cordobés”, el último Califa hasta ahora, fue designado por el Ayuntamiento de Córdoba en 2002, en respuesta a numerosas peticiones de asociaciones y colectivos de la provincia, entre ellos el Ayuntamiento de Palma del Río, donde nació el famoso torero. ¿Será que ahora corresponde el ciclo de los Manueles?

Eduardo Soto

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