“Disdé yescotria Monró” Foto: El Churco recibe reconocimiento en el Congreso Taurino de San Cristòbal
por: Kike Rosales
Supe que su nombre cristiano era German Rodríguez cuando leí la lágrima, así pocos lo conocíamos; él era “El Churco”, esa era su marca de vida.
La primera vez que lo vi fue en una reunión de amigos que se juntaban en el barrio La Romera de San Cristóbal; la misma se basaba en cerveza y paella; allí estaba él, haciendo la paella y contando, con una cucharón de madera en su mano izquierda, cómo era que había enfrentado a “un tío” en México. De qué manera tan taurina adelantaba la mano haciendo pasar lentamente el aire de esa tarde, luego remataba con el cucharón en su mano izquierda con un forzado de pecho: “al hombro contrario es que deben dar”, lo dijo con una torería tan grande que todavía me retumba en la cabeza la imagen soñadora de aquel torero que nos contaba cómo se debería dar un natural y rematar una serie… Allí fue donde lo conocí y se me quedó prendado en el alma y tatuado en los párpados esa noche del “Churco”, esa historia de su paso por México, cuando yo tenía 14 años.
Su empeño más grande era enseñarme a hablar como los gitanos, a “chamuyar caló”. Se reía ante mi ignorancia lingüística y me insistía con determinación académica: “Todo taurino debe chamuyar” y se reía con esa manera tan única que tenía.
No se fue debiéndome nada, todos los abrazos me los dio y todas las manifestaciones de solidaridad también; la única deuda es mía hacia él, se me fue el “Churco” y no aprendí a “chamuyar Caló”. Se me vino a la mente la Elegía de Miguel Hernández, me llegó de inmediato al saber la noticia; me permito pafrasearla:
“En San Cristóbal, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo El Churco con quien tanto quería”.
Hasta luego amigo.
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