Mérida dejó cosas muy importantes. Foto:
por: Kike Rosales
Cuando decía que iba a Mérida para las corridas de la Feria del Sol, lo primero que salía era una sentencia casi fúnebre: “no va haber corridas”, el rumor del recrudecimiento de las “trancas“de las calles el año pasado crecía; la situación social del país actualmente lo alimentaba a cada minuto.
La feria se dio, y lo taurino tuvo participación destacada del paisanaje, la gente fue a la plaza con tres entradas importantes, la salud económica de la feria está a salvo.
Hubo grandes decepciones, lo de Conde y Morante de la Puebla son hechos inocultables; no estuvieron a la altura de sus mismas historias, salieron por la puerta de atrás con más rechazo que aceptación. Los toreros venezolanos “pisaron duro”, algunos con mucho tiempo sin torear, no voltearon la cara ante el compromiso; hay fallas por la ausencia de torear seguido (algunos habían durado hasta dos años sin pisar un ruedo)pero la entrega debe reconocerse, ese hecho merece respeto.
Mientras las consideradas “Figuras” hacían fo, los venezolanos “se partieron la madre” cuando salieron a la plaza, respetando al público; los hechos de buscar “el pelo en la sopa” decir que faltó temple, mando, profundidad en algunos, también es cierto; pero por arriba de ello estuvo el hecho de torear tan poco y salir a la plaza en torero frente al toro; ninguno de los toreros de acá se robo la plata, se la ganaron algunos con falencias que es muy distinto a decir con “deshonestidad”.
El reto de las ganaderías nacionales fue enfrentado, mostrando las ausencias marcadas que tenemos; la presentación de las corridas es una materia urgente de mejorar; la ganadería nacional se mantiene “a pesar de”; por ejemplo: Ese no buscar la forma de conseguir divisas para poder traer vacas o sementales debe caerse totalmente; si el gobernador del Táchira ayudó a traer corridas desde España, es hora que los ganaderos empiecen a trabajar la manera de buscar cómo mejorar la cabaña brava nacional, negar que estamos en problemas sería una mentira; pero hubo hechos que consideramos destacables: Juan Campolargo lidió un encierro parejo (quizá el más equilibrado en presentación que los demás) los hierros del Lic. Molina consiguieron salir un poco del “bache” donde anda; pero la “justeza de fuerza” acompañó, por momentos sus salidas; los Ramírez indultaron un toro que tuvo mucha raza y fiereza, quizá quisieran añadir un poco de estos aspectos a su rebaño para darle mayor resistencia en futuras salidas; Los Aránguez de a poco se viene recuperando fiel a su línea de Santa Coloma, salió con corridas mejor presentadas; La Cruz de Hierro mostró un encierro dentro de la línea saltillo puro, con una embestida noble y con fijeza, que permitió a Javier Castaño hacerse “un picnic” con “Viudo Alegre”, que fue indultado, después enfrentar Victorinos y Miuras; ese toro fue “un dulce” por la nobleza de su embestida.
Las cuadrillas nacionales mostraron profesionalismo; la brega y la vara fueron hechos agradables, nadie dio vergüenza, el profesionalismo estuvo por arriba de la mediocridad. Hubo detalles que se deben arreglar, muchos indultos según la mayoría, en estos tiempos de “crisis” ganadera habría que valorar bien ese hecho; primero dejar de lado lo de las orejas “simbólicas” que se otorgan; la espada es la que da los triunfos ese podría ser uno de los detalles para acabar la “indultitis”. Hubo afeitados notables, “la barbería” en algunos casos ni siquiera se sospechaba, pero en otros…
Se permitió la entrada de un anti taurino a filmar por diez minutos la corrida, el hombre esperó que el toro estuviera muerto, lleno de sangre y con la lengua afuera para grabarlo, aquello es una demostración inequívoca que los taurinos “no somos más toches porque no entrenamos”, el “señor” mostrará en varias redes sociales la “bestialidad de una corrida”.
Mérida dejó cosas muy importantes: lo primero que fueron 16 mil personas más que el anti taurino que filmó, a ver los toros; todo esto lo vi, no me lo contaron.
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