El venezolano demostró que ha asimilado el oficio. Foto: Comana
por: Por: Víctor Ramírez “Vitico”
La feria del Sol se inició con una corrida triunfal y a la vez triunfalista, con tres toreros a hombros por la puerta grande, aunque con triunfos llenos de matices, tras estoquear un encierro de Juan Bernardo Caicedo que fue de más a menos.
La primera oreja del festejo la paseó el rejoneador José Luis Rodríguez que lidió con sobrado oficio a un manso, que le exigió sacar a flote toda su experiencia, pues el astado hacia caso omiso de los caballos del rejoneador, que con temple y paciencia fue encelando al astado, que incluso saltó al callejón tras el primer rejón de castigo. Sobrio y templado destacó en un vibrante tercio de banderillas rematado con dos cortas ceñidas y arriba. Tras pinchazo y rejón llegó el trofeo, que literalmente fue “sudado”.
Manuel Díaz “El Cordobés” estuvo voluntarioso ante el complicado primero de su lote, que sin clase y bronco, no le puso las cosas fáciles al rubio español, que le toreó con tanto oficio como nula apretura. Se lo quitó de en medio con facilidad. Pero ante su segundo, Manuel Díaz, que no pasó de discreto con el capote, demostró su temple y oficio. Ante un astado noble y con clase, pero con las fuerzas justas, El Cordobés le dio aire en un suave inicio por alto, para ligarle mecidos y templados muletazos, no muy largos, pero sí ligados, con la mano baja. Al natural llegaron pases suaves y buenos de verdad, relajado el torero y componiendo bien la figura. Tras demostrar sus buenos y casi ocultos dotes de buen toreo, El Cordobés dio rienda suelta a los “efectos especiales”, dando cuatro saltos de la rana, ligados entre sí como quien cose, lo cual terminó de encender la mecha. Tras una exagerada petición de indulto, cobró el español una superior y fulminante estocada. Las dos orejas cayeron sin discusión.
Otro tenor tuvo el triunfo de Juan José Padilla, nuevo ídolo de las masas tras superar con gran entereza y gallardía el tremendo percance de Zaragoza. A su primero, Padilla le lanceó con facilidad y le hizo un variado quite por faroles invertidos del que salió volteado, lo cual unido a un vibrante tercio de banderillas, le puso al público a punto de caramelo. Pero el toro se paró en seco tras los muletazos rodilla en tierra con los que el jerezano abrió el trasteo. Las orejas que cortó al segundo de su lote llegaron por la generosidad inusitada de público y presidente, porque literalmente Padilla armó la mundial sin dar un solo pase en condiciones. Saludó con tres largas cambiadas de rodillas a “Navegante”, le ligó chicuelinas y revoleras vibrantes. Clavó tres pares de banderillas, siendo el mejor el del violín de cierre y se lió a desplantes, molinetes, adornos. Los contados muletazos en redondo que dio el diestro fueron como gotas de rocío en el desierto, ante un astado noblote que se dejó sin más. Lo mejor de Padilla su rectitud al ejecutar la suerte suprema, cobrando una entera que desató la euforia.
El serio y precioso tercero se lesionó la mano izquierda y le sustituyó un terciado ejemplar de Santa Fe, ante el cual Rafael Orellana, sobrio, sereno y templado ofreció su mejor versión. El tovareño se lució en un rítmico quite por navarras y toreó con la mano baja, llevando muy largo al noble toro, que siguió el engaño con recorrido y bondad. Bien colocado, con la muleta siempre adelante y jugando cintura y brazos, Orellana dio varias series de muletazos buenos de verdad, rematados con gallardos pases de pecho. Al natural, bajando la mano y jugando con las alturas y toques, el venezolano demostró que ha asimilado el oficio. Tras una estocada defectuosa y un golpe de descabello, cortó el par de orejas. El que cerró plaza fue bravo en los caballos y comenzó embistiendo bien, lo cual aprovechó en buenas tandas de muletazos Rafael Orellana, que destacó por la sobriedad y enjundia de sus largos derechazos y naturales. El toro terminó parándose y el torero, que estuvo por encima de él siempre pinchó dos veces y allí, visto como iba la tarde, se esfumó el posible corte de un trofeo más.
Ficha de la corrida
Plaza de toros de Mérida
Viernes 8 de febrero.
Primera corrida de feria.
Tres cuartos de entrada en tarde nublada, fría y con ligera llovizna.
Cinco toros de Juan Bernardo Caicedo, bien presentados y de juego desigual. Nobles y con recorrido quinto y sexto. Bravo el séptimo, aunque no tuvo fondo. Primero para rejones de Santa Fe, manso y cuarto bis del mismo hierro, noble.
Pesos: 450 (rej), 482, 425, 450, 435, 448 y 445 kilos.
Rejoneador José Luis Rodríguez: Oreja.
Manuel Díaz “El Cordobés”, de nazareno y oro: Silencio y dos orejas.
Juan José Padilla, de lila y oro con remates negros: Silencio y dos orejas.
Rafael Orellana, de corinto y oro: Dos orejas y palmas.
Destacaron en varas Luis Quintana “Guacharaco”, Segundo Salgado en un gran puyazo al séptimo y en la brega Fabián Ramírez. Los tres matadores salieron a hombros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario