7/2/13

México: Y llegó Morante de La Puebla

El Payo, con un argumento escrito con huevos. Foto: desolysombra.com

por: EL VITO desde México

Desde que la empresa de la Plaza México anunció el cartel, lo primero que protestó el grupo más nacionalista fue que no estuviera integrado por la cuarteta que la semana pasada en León, Guanajuato, escribió la página histórica que les comentamos en estos espacios del blog A los Toros; y cuando conocieron la caída del cartel de Julián López "El Juli", y que la terna la componían el veterano Zotoluco, Morante de la Puebla y el joven Octavio García "El Payo", a quien la masa de la México pretende castigar porque por su actitud dejó de ser esperanza para convertirse en desencanto, hablaron que no iba a ir la gente; y se cayeron de un coco pues la entrada ha sido una de las mejores de la temporada; y la terna de toreros, sin llegar a cortar oreja, dejó tatuada en las retinas de quienes asistimos a la plaza, una buena tarde de toros; tarde de variedad y emociones, entrega y pinceladas, que de haberse jugado espadas en vez de poner los bastos sobre la arena de la Monumental, estoy seguro que hasta un rabo se habría cortado.

Zotoluco dominador y maestro

Todo comenzó con una dominadora y muy bien estructurada faena del maestro Eulalio López "Zotoluco". Labor que de haberla rematado con la espada, por lo menos dos orejas hubiera cortado. El tlaxcalteca se engolosinó y desatendió la advertencia del toro que le pedía la muerte. Estuvo hecho un asco con el descabello y perdió el triunfo.
Con el complicado cuarto, de Barralva, Lalo López se jugó el tipo; pero el público no se lo agradeció y más bien rechifló su honesta entrega.

En tercer lugar, "El Payo" fue víctima de la relación amor - odio con la que la Monumental castiga a quien en un momento haya sido su preferido. El catire hidalguense escuchó pitos en el tercero de San Isidro, como los tres toros que abrieron plaza; pero convirtió en un volcán el embudo de Insurgentes con el arrimón que se pegó en el sexto de la tarde, un toro de Barralba que pregonaba herir a su lidiador.

El Payo pide paso con la llave de la entrega

Vayamos por partes. "El Payo", como referíamos, tuvo un momento de amor con el veleidoso público de la México en sus mejores momentos de novillero. Fue decepcionante cuando se presentó en Madrid, y no se acoplaba en su regreso a la Colonia Nápoles. En su anterior aparición, a "El Payo" le impidió éste público, recibir la ovación junto a sus alternantes, y este martes 05/02, Corrida Aniversario, le rechazó con pitos y protestas su gesto de brindis al público: pero, como les digo amigos, !El Payo! se ha pegado un arrimón erizante. Nos recordó su entrega a Rafael Rodríguez, aquel "Volcán de Aguascalientes" que cuando aprendió a torear dejó de emocionar. "El Payo" sabe torear, se arrima a conciencia, y el inútil con la espada en la mano. Dos veces ha permitido que por los canales de la toledana se escurran triunfos importantes.

Y apareció Morante

Hemos saltado "a la torera" la actuación de Morante de la Puebla, porque lo del sevillano ha sido una cátedra de toreo sobre pergaminos de sobriedad, derroche estético y sentido absoluto de la dignidad. Le comentaba al matador Alfredo Gómez "Brillante", que sin que nosotros hayamos visto lo que se ha realizado con el capote a lo largo de los festejos de la Temporada Grande, estamos seguros que será difícil arrancarle al de la Puebla el reconocimiento a los mejores lances de la temporada. Locura en los tendidos, convertido en sunami de olés cuando el trazo de su pañosa acariciaba la arena mexicana una y cien veces, llevando toreada la noble res con los flecos de la muleta peinando las arenas monumentales. También jugó bastos en sus cartas, perdiendo el ajilei del triunfo por no apostar a las espadas con el colaborador toro de Barralba

Un final lleno de confusiones

El público de la México, insistimos, estuvo veleidoso, incoherente. Terminó con broncas para Zotoluco y Morante, y ovacionando a "El Payo". ¿Acto de contricción? De ninguna manera, es la actitud de la novia que perdona a quien había castigado. Sin orejas, la plaza supo haber vivido una gran tarde de toros.

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