EL INRI DE DANIEL LUQUE

Su actuación en Madrid, el Domingo de Resurrección (04-04-2010) ha sido calificada como la corrida del silencio, pues no tuvo ningún aplauso. Foto: laplazareal.net por: Enrique Barrios Barrios COMIENZO SORPRENDENTE.- Antes de su encerrona en solitario, Daniel Luque había pisado el ruedo madrileño durante siete tardes, en cinco como novillero y en dos como matador. En sus siete intervenciones había cortado cinco orejas, logrando asimismo una salida en hombros por la Puerta Grande. En Las Ventas dejó constancia de su arrojo, valor y ambición para llegar a ser figura del toreo. Después de su alternativa en Nimes el día 5 de Mayo de 2007 con diecisiete años de edad, sus triunfos fueron constantes y espectaculares, motivo por el cual se convirtió en la juvenil figura taurina más prometedora, de las dos últimas temporadas del mundo de los toros. LA ENCERRONA EN MADRID.- A Daniel Luque no se le puede negar su disposición de querer triunfar ni sus buenas maneras demostradas con anterioridad, pero mal aconsejado, sin medir las consecuencias de un fracaso, decidió torear en Madrid el Domingo de Resurrección del año 2010 y efectuar una corrida en solitario, comprometiéndose a estoquear seis toros de dos ganaderías punteras: tres toros de Núñez del Cuvillo y tres toros de Juan Pedro Domecq, que resultaron sin casta y faltos de fuerza. Por tal razón, sus intenciones de éxito se vieron sepultadas, al no poder encontrar ni el sitio, ni el ritmo, ni el temple, ni el arte; ni siquiera logró ejecutar las “ luquesinas” o pases cambiados por la espalda, que en diversas ocasiones le habían servido para comunicarle rasgos singulares de autenticidad, a su peculiar trasteo. Su actuación ha sido calificada como la corrida del silencio, pues no tuvo ningún aplauso salvo los recibidos al inicio del espectáculo. Al final del último toro, se oyeron pitos tanto para el astado como para el torero. UN ATREVIDO DESAFIO.- Desde hace muchos años viene conociéndose la afirmación que atribuye a la capital de la afición española y a su plaza de toros, la potestad de quitar o dar fama a los toreros que en ella intervienen. La asistencia de media plaza por parte del público capitalino, constituyó un presentimiento que apuntaba a la incredulidad en la solvencia torera del diestro sevillano. Sí, en verdad Daniel Luque es un torero muy joven aún; esta derrota en Madrid le dejará cicatrices producto de una osadía cometida a destiempo. Será grande entonces el peso de la cruz que llevará sobre sus hombros, en el camino del enfrentamiento con los toros que seguramente, deberá transitar en el porvenir. enbe@hotmail.com.