por: Giovanni Cegarra- Mérida/Venezuela
Resulta gratificante e entusiasta, el observar en un espectáculo taurino que se dé, en estos momentos, en este país, en la que la Fiesta Brava se la tiene por demás difícil por la crisis circunstancial compleja que conviven todos sus habitantes, sin distingos de clase y posición, a niños, niñas, adolescentes, quienes sin trauma y daño psíquico alguno, acompañados de sus padres y representantes, disfrutan a lo máximo, como noveles aficionados, un festival, novillada, corrida de toros.
Testigos fieles, el pasado sábado 13, en la Plaza de Toros Monumental “Román Eduardo Sandia” de Mérida, Municipio Libertador el Estado Mérida, como en sus bajos de sol y sombra, se movían inquietos, buena cantidad de chipilines de ambos sexos, acuciosos, preguntando esto y aquello, de lo que acontecía en el ruedo andino merideño venezolano, en lo que se traduce, sin lugar a dudas, en tiempos de crisis, en el semillero de afición infantil taurina que tenemos en esta urbe andina, que indudablemente, por lo que observamos y escuchamos de parte de estos noveles aficionados, no debemos dejarlos de lado, hay que consolidarles su afición y pasión por la Fiesta Brava.
De verdad que daba gusto escuchar de los pequeños aficionados taurinos expresiones como “no corra toree”, “el torero no para al bicho”, “que bonito el novillo pero no camina” y así por el estilo, que hacían crispar los pelos el escucharlos y pensar, como unos chipilines, que ni pendientes de la realidad que sucede a su alrededor, estaban allí, en la Monumental de Mérida, disfrutando de la novillada, lo que nos deja un mensaje de reflexión y ejemplo, que en tiempos buenos y malos, pase lo que pase a nuestro alrededor, debemos disfrutar de nuestras tradiciones, costumbres, aficiones, a gusto y con pasión, como la que se tiene por la Fiesta Brava, a más ver, con Dios y olé.
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