Por: Víctor Ramírez “Vitico”
Cuando se anuncia la feria del Sol los recuerdos llegan a la mente en forma de sensaciones e ilusiones. Allá por 1993 Julián Varona tenía ya varios años con su excelente programa TAM en los Toros, una autentica referencia para los aficionados. Conocerle se convirtió en una ilusión que se hizo realidad el mes de agosto de ese año. El maestro, con cariño se mostró dispuesto a enseñar y a sembrar en la mente y corazón de un adolescente la pasión por la fiesta de los toros.
Las primeras revistas taurinas llegaron de la mano de Julián, que dedicaba largas horas a hablar de toros con la pasión que desborda todo aficionado que ama al toro y al toreo. Como buen cordobés, Manolete era su santo y seña. A partir de ahí hablar de la historia de la fiesta era de lo más natural.
Siempre don Julián estuvo abierto y dispuesto para enseñar a todos aquellos que buscaban en él un maestro. Enseñar no tiene precio, y hacerlo sin ánimo de lucro es doblemente meritorio. Así era Varona, un excepcional narrador taurino, colosal aficionado, conocedor como pocos de todos los resortes de la lidia, de toros y toreros y por encima de todo una persona íntegra, bondadosa y noble.
Hoy cuando el maestro está en el retiro, en el descanso del guerrero, sirvan estas líneas como un pequeño homenaje a quien me enseñó durante tantos años. Don Julián Varona, maestro de maestros.
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