La salida al tercio de Eduardo Gallo fue lo mejorcito de la tarde. Foto: Comana
Director de venezuelataurina.com
Madrid.- La corrida del Día del Patrono resultó infumable por lo mansa y peligrosa para los matadores quienes apenas si pudieron pegar una serie bien puestos en el albero madrileño.
La ganadería El Ventorrillo trajo un pesado encierro que estuvo rondando los 600 Kgs, con trapío y bien armados; pero a la hora de la lidia buscaban las tablas, se volvían pronto; durante toda la tarde hicieron pasar apuros a las cuadrillas: los picadores resultaron en el suelo con la honrosa excepción del varilarguero de Eduardo Gallo: el venezolano Nahir Zambrano, quien pegó una vara que le mereció una sonora ovación. Los banderilleros, si bien no fueron cogidos, tuvieron pases en falso, pares desiguales y de un solo palo. En fin, un desastre de comportamiento que hizo abreviar.
Julio Aparicio, de grana y azabache: Se le vió temeroso y prevenido en sus dos toros que no quiso “lidiar”: es decir, someter o almenos intentarlo para justificarse. Totalmente desacertado con los aceros, dio pena ajena la cantidad de pinchazos y la forma reservada de ejecutar la suerte suprema. Bonca y bronca en sus dos actuaciones con la vergonzosa petición de los aficionados al unísono: Fuera…fueraaa..
Curro Díaz, de verde manzana y oro: Tampoco tuvo suerte; pero al menos salió a jugársela; más en el primero que en el segundo en el cual resolvió en par de minutos irse por la toledana. Silencio en ambos.
Eduardo Gallo, de azul rey y oro: vino en sustitución de Angel Teruel. Se le vio más ambicioso y arriesgado; se arrimó hasta tentar el peligro de las embestidas bruscas y el devolverse pronto de los de El Ventorrillo. Ante lo menos malo del encierro: el tercero, Gallo logró pegar cortas series de muletazos poniendo la carne en el asador; el soberano supo apreciar su entrega. Pinchazo en hueso sin soltar y estocada salida al tercio.
El último de la corrida fue menos potable: huyó del caballo a tal punto que el picador sobrepasó las dos rayas para castigarle. Silencio
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