Imagino que hubo reflexión y conciliación, muchos se habrán dado golpes en el pecho, pidiéndole al Redentor del Mundo resucitado, que les dé fuerzas para lo que aún falta por hacer, concluir lo no terminado, alcanzar metas con seriedad, voluntad, esfuerzo, devoción y firmeza, que en lo que toca a nuestra Fiesta Brava, amenazada por los adversos de siempre, cabe preguntar ¿Habrá resurrección taurina en Venezuela?
La respuesta queda en el beneficio de la duda, ante la latente pasividad y desgano puesta de manifiesto, entre quienes se dicen ser sobrados abnegados amantes de la Fiesta Brava que, en honor a la verdad, han sido incapaces de poner todo el esfuerzo y voluntad para contrarrestar los embates ilógicos de quienes hacen todo lo posible para hacerla desaparecer en este país del continente suramericano.
La dejadez de los aficionados taurinos venezolanos sigue latente e imposible negarlo. Los vemos en tiempos de ferias taurinas y después desaparecen en un santiamén, dejándole libre el espacio a quienes calladitos y sin aspavientos, trabajan como hormiguitas, para lograr su objetivo de acabar con esta pasión y afición que lucha a regañadientes por mantenerse, prevalecer y mentiras no son.
La Fiesta Brava en Venezuela se la tiene super difícil, desde hace años; no se puede negar, ni tapar tal realidad con un dedo. Festejos se han dado por el esfuerzo y voluntad empresarial, con todo y lo retaliativos que son algunos que se vuelven prepotentes anárquicos cuando se les critica lo que hacen mal y en medio de todo este panorama, los enemigos no pierden tiempo, solapadamente hacen su trabajo y por ello, ante estas circunstancias, verdad sin ser dueño de ella, sin olvidar los efectos de la crisis que se afronta y confronta en el país, en la pascua tras la Semana Santa, cabe la pregunta ¿Habrá resurrección taurina en Venezuela?
Amanecerá y veremos y olé.
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