A este toro 58 de "San Antonio" de armónicas hechuras y comprobada bravura, le cortó las orejas Daniel Luque.
Tovar constituyó una importante experiencia ganadera
por: Jesús Ramírez "El Tato"
Muchos son los años que esperan los ganaderos de reses de lidia para poder disfrutar de una confortable sensación de éxito. Cuantas tardes de sueños y trasnochos en busca del toro ideal, en un país como el nuestro, con solo dos estaciones y mil obstáculos para el desarrollo sin amparo oficial de ningún tipo.
Pareciera que por vocación, los ganaderos nuestros viven más del presente que del futuro. Disfrutan imaginando el toro fijo, bravo y noble que se entrega en el peto. Ese toro de fuego y nervio que repite en la muleta con embestida descolgada, con bravura pausada, o ese gran toro que regresa al campo y revive ilusiones con el dulce sabor de la gloria.
Y qué de esas vueltas al ruedo de los ganaderos con el torero, que duran cuatro años de angustiosa espera, cuatro años de sueños, de fe, de ilusión, con el toro que transmite y convierte los tendidos en volcán de pasiones.
Y dígame cuando una muleta poderosa logra desvelar la excepcional bravura con el valor de paso firme y los conocimientos para abrir su bravura a los medios, con temple para estimular sus embestidas aflorando ese sentimiento de ensueño que rompe modelos e impone clase y plasticidad.
No hay ganaderías comerciales ni ganaderías toristas. Lo que hay son ganaderías con toros bravos y otros que no embisten. Es tan difícil tal aseveración, que cuando el ganadero busca casta, encuentra genio y cuando busca bravura, encuentra casta.
En Tovar en la pasada feria reglana, el toro bravo tuvo escenario de lujo, toros para recordar como "Tovareño", "Lanzador" y "Granada" de la joven ganadería "San Antonio", impusieron su clase y pregonaron porque esta divisa en un pestañear, entró en la elite de las ganaderías venezolanas preferidas por toreros y aficionados, ratificando excelsas condiciones de bravura y además una regularidad de éxitos sorprendente.
Vuelta al ruedo con sabor a triunfo de Hugo Molina y Joan Santana, yunta de éxito sin atajos.
O también los toros "Librillo" de "Rancho Grande" de largas embestidas o "Burulillo" de "El Prado", que revivieron la clase de los emblemáticos hierros molineros andinos en una feria de diversos matices artísticos de los toreros, en medio de una crisis signada por el ocaso de un dólar protector y con una economía paupérrima que delata que el dorado soñado dejo de serlo para todos.
La de Tovar en buenas manos organizativas por amor a la región como lo hizo saber Johan Santana, nos deja como reflexión con el gran apoyo popular en los tendidos del coliseo, que es el momento de aunar esfuerzos para evitar que las carencias existentes, corran el peligro de acentuarse o quedarse negativamente. Hay que mirar al horizonte buscando soluciones y erradicando todo lo malo que se ha venido incubando de forma pasiva en nuestra fiesta desde hace muchos años con muchísima complicidad.
Y en cuanto al toro, que siga siendo un factor ético, donde el riesgo real del torero con su valor y arte llegue al tendido para quedarse.
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