Como las cosas de las novelas de Don Marcial la Fuente, escritor que publicaba libros del viejo oeste. Imagen: blog Valhallarole players
por: Kike Rosales
Hace años de una forma maravillosa conocimos a Don Marcial La Fuente Estefanía, un escritor que publicaba libros del viejo oeste. Lo más interesante, además de ayudar a generar una afición por la lectura, es que los héroes de los libritos casi todos medían un metro ochenta, los disparos los hacían “entre los ojos” de los bandidos; montaban el mejor caballo y de ellos se enamoraba la mujer más bonita. El escritor era español de nacimiento, ingeniero de profesión y vivió poco tiempo en Estados Unidos, de allí le nació la afición para escribir las novelas de vaqueros, dejando una lección que tratamos de poner en práctica: “Cuando se entra a la cantina, hay que mirar a todos lados y sentarse en una mesa de frente a la entrada, para que los bandoleros no te sorprendan”.
En la presentación de los carteles a la feria de San Sebastián 2017, quien escribe estas líneas fue autorizado por los aficionados que organizarán la novillada que la anunciara. Al hacerlo, la empresa alegó que se debían incluir dos novilleros de afuera que “ya compraron el boleto” y por eso podrían demandar la empresa. La posición de los que organizan la novillada (sin ser la empresa) es una terna; eso generó una interesante discusión.
Lo que más llama la atención es que quienes podrían demandar por los pasajes no lo hacen por la suspensión de la novillada. Supuestamente lo harían si alguien organiza otra que en este caso es gratuita. La verdad es que le empresa, lo único que hará con decisión muy personal y desprendida, es donar dos novillos, gesto que se agradece mucho.
Pero no organiza la novillada y cuando aparecen los aficionados para hacerlo; salta a la primera para prácticamente indicar que deben ser incluidos los jóvenes de la novillada que ellos no hicieron.
Como las cosas de las novelas de Don Marcial la Fuente, eso del tiro en medio de los ojos y que tampoco los tumbaba el caballo, ni se les caía el sombrero; y esta posición de posible demanda (si no se incluyen los novilleros de afuera), como que fue lo que creó la frase aquella: “umjumm…cuénteme una de vaqueros”.
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